CAPÍTULO 61

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Su corona muestra el camino mientras nos movemos lentamente,

Más allá del asombro de lo que quedaron atrás,

Aunque muy lejos, aunque muy lejos, aunque muy lejos,

nosotros seguimos siendo los mismos, seguimos siendo los mismos.

King and Lionheart- of monsters and men.


Muy temprano en la mañana, la cámara del consejo era un hervidero de personas rebosantes de nervios, miedos, ansiedades e incertidumbres. Aegon observaba todo desde la puerta, quieto, casi en silencio como si quisiese pasar desapercibido, tal vez así pudiese ver más allá de esas personas.

Nadie se detenía a verlo, salvo de vez en cuando Baela mientras hablaba con Rhaenys haciendo ademanes, o también estaban Luke y Jace que susurraban en una esquina, y que se acercaron a saludar antes de volver a lo suyo.

Aemond, Hedvika, Daemon y Harwin eran los únicos cerca de la mesa; el rey había extendido un gran mapa de Westeros, el más grande de la biblioteca, sobre ella, y los estandartes de las casas más importantes adornaban la superficie. En esos momentos, Aegon habría adorado tener la mesa de Dragonstone.

Rhaenyra todavía no hacía acto de presencia, lo que ponía más histéricos a todos, excepto a Aegon, que bien sabía que su hermana necesitaba controlarse ella misma antes que liderar una junta de tal magnitud. Eso suponía.

Tenía la excelente capacidad, una desarrollada hacía no mucho, de dividir su atención en varias partes. Sus sobrinos habían dejado su charla privada y ahora movían piezas a lo largo y ancho del mapa explicando movimientos estratégicos de alianzas, Daemon y Harwin hacían los recuentos de soldados, caballeros y guardias del castillo, y Rhaenys, Baela y Helaena planeaban patrullar King's Landing una vez que terminara la reunión. Contrario a todo lo que pensaba Aegon, su hermana menor mostraba una actitud completamente activa y comprometida con el asunto.

—Tu hermano no se ha presentado—le dijo Rhaena llegando a su lado.

La mención de Daeron hizo que ajustara el agarre de su copa, y buscara solucionar el nudo que se le formó en la garganta con un gran sorbo de vino. Y era que de solo pensar en la posibilidad de Daeron siendo rehén de los Hightower lo llevaba al borde del colapso nervioso.

Pero Rhaena no pensaba en esa posibilidad, y él era consciente de aquello. Su prima tejía una hipótesis diferente, una donde habían endulzado el oído de Daeron.

Prefirió creer en el beneficio de la duda. Daeron no podía traicionarlos, no podía darles la espalda luego de haber logrado reconstruir su hermandad, no luego de ser una familia.


El ruido a botas y armaduras al otro lado de la puerta no solo lo alejaron de esos pensamientos, sino que también le avisaron que su hermana había llegado.

Rhaenyra era custodiada por cinco guardias, tres caballeros y dos capas blancas, no fue de extrañar ver a los mejores amigos de Harwin entre ellos, pero si a Criston Cole.

Usaba la corona de su padre y la armadura de escamas negras como la noche; La reina Negra descansaba en su costado izquierdo y la daga de acero valyrio se ajustaba en una correa en el costado derecho, cerca de las costillas. Pestañaba demasiado, seguramente en un intento de espantar la somnolencia resultante de una noche en vela. Más allá de esa peculiaridad, su mirada era dura y denotaba fiereza y algo de furia, no de enojo o molestia, sino de una furia incontenible.

Sin embargo, en el momento que vio a Harwin y a sus hijos mayores todo su ser se ablandó, momento que Rhaena aprovechó para alcanzarle una copa de vino.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora