¿Exclusividad? No sé si estoy preparada para eso. Lo único que había querido era demostrarle que si él estaba con otras chicas yo también podía estar con otros chicos, pero todo se ha dado la vuelta y ahora me pide exclusividad. Aunque, por otra parte, acepto que me molestó saber que Nathan había quedado con una tía y, de hecho, por eso acabamos discutiendo. ¿Realmente quería verle con más tías?, la respuesta era clara: No. Y eso es lo que me hace pensar que tal vez lo de la exclusividad entre los dos sea una buena idea.
-Está bien. -Contesto finalmente y veo cómo Nathan se relaja. Vaya, parece que no tenía tan clara mi respuesta. -Pero pienso volver a salir así. -Digo tirándole la camiseta de vuelta.
-Si sales así, voy a tener que repartir muchos puñetazos esta noche. Tú misma.
-¿Es una amenaza?.
-Tómatelo como quieras.
-Eres imposible. -Digo molesta mientras le quito la camiseta y me la vuelvo a poner.
Salgo del cuarto sin mirar atrás y me meto dentro de la barra para seguir trabajando, el resto de la noche se me pasa volando por toda la gente que hay, así que cuando me doy cuenta, se acaba mi turno y después de despedirme de las chicas y Nathan, me subo a la moto y me voy a casa a descansar.
Al día siguiente, después de desayunar y vestirme, decido ir a casa de mi madre y dejar que ella y mi abuela me mimen un rato. Yanira está con su nuevo ligue y pasa de mí, pero bueno, sé que le durara poco y pronto me llamara, ella es así. La casa de mis padres, donde me crié, es una casa normalita de dos plantas, lo suficientemente grande para que pudiésemos vivir cuatro personas, solo que ahora, con la muerte de mi padre y que mi hermana y yo nos habíamos independizado, solo vivía mi madre. Al menos contaba con la compañía de mi abuela, que parecía que poco a poco la íbamos convenciendo para que se quedase a vivir, pero siendo como era nos iba a costar un riñón. A medida que voy llegando veo la puerta de barrotes que da paso al jardín y cuando llego a esta, veo a mi abuela sentada en la hamaca que tenemos, de esas que son como un mini sofá que caben hasta tres personas y que se balancean. Sonrió al recordar todas las charlas que hemos tenido mi hermana y yo con mi madre sentadas en esa hamaca cuando éramos más jóvenes, sobre todo cuando salíamos de fiesta y al día siguiente le poníamos al corriente de todo. Al abrir la puerta, esta chirría y mi abuela levanta la cabeza del dibujo de punto de cruz que está haciendo y cuando ve que soy yo, una sonrisa enrome se instala en su rostro y produce un efecto espejo en el mío.
-Hola tesoro. -Me saluda con cariño.
-Hola abuela. -Digo mientras la abrazo.
-¿Has venido a vernos?. -Me pregunta y asiento.
-¿Cómo estás?. -Pregunto mientras me siento a su lado.
-Como un roble, el otro día fui hacerme un análisis de sangre y han salido los resultados perfectos.
-Así me gusta. -Sonrío.
-Tu por lo contrario, no parece que estés muy bien.
Me dice y la miro sorprendida.
-¿Por qué lo dices?.
-Tus ojos hablan.
-Pues creo que se equivocan. -Respondo riéndome.
-¿Cómo llevas lo de Greg?, al final nunca hablamos de ello. -Me recuerda y suspiro.
-Greg no era la persona que yo creía, me decepcionó tanto y tantas veces que ya no puedo confiar más en él. Pensaba que era una persona completamente diferente a la que es.
-¿Y Nathan?.
-No pasa nada con él.
-No parecía que no pasara nada el día que os vi juntos. -Dice ella y me sorprendo ante sus palabras. -Soy tu abuela y te conozco, ¿Qué es lo que pasa?. -Dice acariciando mi mejilla.
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Inconsciente.
RomanceMe encuentro tumbada en mi cama mirando a través de la ventana con la sensación de que mi mundo está cayendo a pedazos, ahogándome en él como la lluvia está consiguiendo hacer con las calles y las avenidas de la ciudad. Los últimos años han sido tra...