Los días pasan y siento que desde que le conté mi pasado a Nathan me he quitado un gran peso de encima, además noto que tenemos más complicidad entre nosotros y nuestra relación va viento en popa. Todo lo contrario que con mi hermana. No hablo nada con Yanira y aunque sé que tenía que desmoronarme en algún momento, no me esperaba que ella lo hiciese de esa manera, para mí ha sido como si me hubiese traicionado y me cuesta perdonarla.
Al final, después de todos estos meses hemos podido convencer a mi abuela Pepita para que se quede un tiempo a vivir con nosotras y no se vaya tan pronto a Madrid, a nosotras nos encanta tenerla cerca y veo como mi madre se queda más tranquila y más distraída con ella viviendo en la misma casa.
Llego a mi casa empapada, después de ir al gym, gracias a la tormenta que está cayendo y lo primero que hago, es cambiarme la ropa que llevo puesta por una seca. Después me hago la cena y me la como mientras veo la televisión, pero la tranquilidad se acaba pronto porque tengo que prepararme para ir a trabajar. Cuando llego al bar, al entrar por la puerta a la primera persona que veo es a mi hermana, intento huir de ella pero rápidamente me intercepta y no me queda otro remedio que hablar con ella.
-Necesito que hablemos.
-Yo no.
Comienzo a caminar hacia el cuartito donde nos cambiamos pero Yanira me coge del brazo y hace que pare.
-Lo siento, ¿vale?, ¿Pero qué querías que hiciese?. -pregunta abatida por la situación.
En todo lo que llevo de vida, me he peleado muchísimas veces con ella, pero nunca habíamos llegado al extremo de no hablarnos durante días como nos está pasando ahora.
-Te he dicho mil veces que cuando quisiese te pediría ayuda. -le recuerdo.
-Nunca lo ibas a hacer.
-¿Y eso te da derecho hacerlo por tu cuenta?. -le reprocho.
-Si eso va a hacer que lo superes, sí. -dice ella sin amilanarse.
-Déjame en paz.
Digo y sigo mi camino. Cuando entro al cuartito el humor me ha cambiado a peor y cuando salgo y empiezo a atender a la gente en la barra, no mejora. La noche se me hace larga, veo a mi hermana hablando con Byron, e intuyo que de mí, por los gestos y la cara de ambos y eso me molesta. Al final siempre soy la mala de la película. Según pasan las horas mi humor va empeorando, tener que aguantar ciertos comentarios de los borrachos no ayuda y cuando veo que un imbécil se sube a la barra siento que esto va a acabar como la matanza de Texas.
-ehh...ehh...ehh... Ya puedes estar bajando de ahí. -Le digo con toda mi mala leche, pero eso solo parece divertirle más.
-¿O si no qué?, ¿Vas a bajarme tú?. -pregunta vacilándome
-Y tanto. -contesto con seguridad.
-¿Tú y cuantos más?.
-Este tío es gilipollas. -me dice Zaida llegando a mi lado.
-Venga vamos, te estoy esperando. -sigue burlándose.
-Este hoy se traga los dientes. -susurro para que no me oiga demasiada gente.
-Tranquila que nos conocemos. -me pide mi amiga y me río.
Suspiro y hago el amago de subirme a la barra cuando de repente escucho a alguien que dice:
-Hazle caso a la señorita y bájate de la barra.
Miro a la persona que acaba de hablar y me encuentro con un chico que me suena haber visto antes pero no consigo recordar dónde. Después mi mirada se dirige al tío que sigue subido en la barra y que ha pasado del otro chico como si nada, comienzo a caminar porque veo que el problema lo voy a tener que acabar solucionando yo, pero veo cómo el chico me hace una señal con la mano para que me pare.
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Inconsciente.
RomanceMe encuentro tumbada en mi cama mirando a través de la ventana con la sensación de que mi mundo está cayendo a pedazos, ahogándome en él como la lluvia está consiguiendo hacer con las calles y las avenidas de la ciudad. Los últimos años han sido tra...