Capítulo 7

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Me despierto sobresaltada respirando con dificultad. Otra vez las malditas pesadillas. Paso una mano por mi cabeza para quitarme los pelos de la cara y miro la hora. Las cinco de la mañana. Suspiro frustrada, ¿Algún día voy a poder dormir del tirón como cuando era pequeña?, me levanto de la cama, me pongo mi bata de seda estampada de flores que me llega por encima de las rodillas y salgo al balcón. Apoyo los codos en la barandilla y observo el festín de luces que me proporciona la ciudad a un lado, y la calma de las aguas del mar al otro. Estamos en pleno mes de agosto pero la suave brisa que proporciona el mar hace que parezca que no haga tanta calor y eso en las noches de pleno verano se agradece. Paso unos quince minutos ahí hasta que comienza de nuevo a entrarme sueño y me vuelvo a mi habitación, donde me tumbo en la cama y no me vuelvo a despertar hasta que amanece.

Cuando abro los ojos son las diez de la mañana, voy directa al lavabo para arreglarme un poco y cuando salgo miro hacia la puerta de la habitación de invitados, está todo oscuro así que deduzco que Nathan sigue dormido. Camino hasta la cocina y cuando llego comienzo a preparar algo para desayunar, no tengo ni idea de los gustos de Nathan así que preparo un poco de todo. Hago tostadas, pongo galletas en la mesa, cereales, azúcar, fruta y hago un poco de café.

-¿Dónde dejo esto?. -escucho que dice Nathan.

Me giro para ver de que me está hablando y me llevo una sorpresa al verlo vestido solamente con los vaqueros que anoche llevaba, intento responderle e ignorar el magnifico cuerpo masculino que tengo delante pero me es imposible me acabo de quedar completamente en blanco. Lo único que puedo hacer es mirarle, no es excesivamente musculoso pero se le distinguen las abdominales perfectamente y el vientre en V, no le he visto la espalda pero me juego cualquier cosa a que se le marcan los músculos de la misma manera. Obviamente este tío va más al gimnasio que yo.

Debe de pensar que soy tonta o algo porque todavía no ha salido ningún sonido de mi boca, pero cuando elevo la mirada hacia la suya para cerciorarme de que es lo que piensa, observo como se curva la comisura de sus labios y entonces caigo en que lo ha hecho todo a propósito. Pongo los ojos en blanco, resoplo enfadada por haber caído es su estúpida trampa y le señalo la lavadora mientras acabo de preparar el café e intento tranquilizar mi cuerpo que en estos momentos está en llamas.

-Oye tu tampoco me lo estas poniendo fácil. -reprocha y alzo las dos cejas.

-El que va medio en pelotas en mi casa en estos momentos eres tu, no yo. -replico.

-Pero ese pijama está haciendo el mismo efecto que si fueses desnuda. -dice con voz grabe mientras se acerca lentamente a mí.

-Nathan basta. -susurro mientras lo aparto.

-Venga ya, ¿porque te resistes a algo que sabes que es inevitable?. -pregunta exasperado. -Los dos sabemos que hay atracción entre nosotros, tú también sientes algo cuando nos tocamos. -dice mientras me coge de la mano y la acaricia, vuelvo a tener esa sensación de cosquilleo viajando por todo el brazo como anteriormente había pasado, y aunque no se lo vaya admitir nunca sé que tiene razón, lo que siento cuando me toca no lo he sentido nunca antes y eso de alguna manera me asusta. -Lo ves, imagínate como seria ese cosquilleo si hiciésemos algo más. -susurra muy cerca de mi boca.

En ese momento el sonido del timbre de la puerta me hace salir de la nube en la que me había metido y me alejo de él.

-No voy acostarme contigo Nathan, interrumpiste mi boda. -digo mientras voy hacia la puerta.

-Acabaras conmigo porque sabes que soy el tío que te salvo de casarte con un gilipollas.

Lo último que veo es a Nathan guiñándome un ojo mientras abro la puerta sin prestar mucha atención porque sé que es mi hermana, niego con la cabeza y cuando me giro para saludar a mi hermana me tenso. No es Yanira la que ha venido a verme.

Inconsciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora