Capítulo 9

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-¿Que hacía el líder buenorro de los Free Souls anoche en el bar?. -pregunta Zaida al otro lado del teléfono mientras me preparo el desayuno.

-No lo sé. -disimulo. Oigo un resoplido y sonrío, mi amiga me conoce y no se cree nada. -Esta bien, me dijo que quería hablar conmigo.

-¿Y que te dijo?. -cotillea.

-Pues nada, ¿No viste que no le hice caso?. -pregunto.

Si estuvo espiándome toda la noche debería saber que no llegue ni a cruzar más de tres palabras con Nathan, al menos en el bar, pero del resto de la noche ella no sabe nada.

-Lo se, pero tenía la esperanza de que te hubiese esperado fuera del bar para seguir con la charla.

-Pues no. -miento y me río.

-Menuda decepción. -dice y veo como se le apaga la voz, como si de verdad le decepcionase.

En ese momento suena el timbre de mi casa, miro el reloj de la cocina y veo que son solo las diez de la mañana, miro con el ceño fruncido a la puerta de la calle y camino hasta ella.

-¿Quien te llama a las diez de la mañana?. -pregunta Zaida sorprendida como yo.

-No lo sé aún no he abierto la puerta. -digo riéndome por las prisas de mi amiga.

Le doy un par de vueltas a las llaves para abrir la puerta y cuando consigo abrirla veo a Nathan con una sonrisa en su rostro.

-¿Pero que?. -pregunto sorprendida a la vez que confusa todavía con el móvil en la oreja.

-Necesito que me quites los puntos ya y anoche no te dio la gana. -dice mientras entra a mi casa sin que yo ni siquiera le haya dejado.

-¿Es él verdad?. -pregunta Zaida rápidamente.

-Después te llamo. -digo y hago el amago de cortar pero mi mejor amiga es más rápida.

-No, no, voy a tu casa. -me suelta.

-¿Que?. -pregunto confusa. -Ni se te ocurra. -le prohibo inmediatamente mirando a Nathan como deambula por mi cocina.

-Esta bien. -suspira. -Pero luego me cuentas todo. -dice como si fuese el cotilleo del año.

Al final cuelgo negando con la cabeza antes de que pueda decir nada más.

-¿Es normal que te haya visto en pijama casi tantas veces como con ropa de calle?. -me pregunta Nathan como si no acabase de irrumpir en mi casa a las diez de la mañana.

-Si te cuelas en mi casa cada dos por tres, sí. -contesto.

-No tienes un buen despertar ehh.

-¿Que haces a las diez de la mañana en mi casa?. -le recrimino.

-Te dije que íbamos a pasar el día juntos. -dice con una sonrisa orgullosa en su rostro. -Y repito, tienes que quitarme los puntos que no te dio la gana de quitarme ayer.

-Dios, siéntate en la silla para que pueda quitarte los malditos puntos de una vez y dejes de molestarme. -digo ya harta mientras camino a mi habitación en busca del maletín.

Cuando vuelvo al comedor veo a Nathan sentado de espaldas a mí en la silla que le he señalado y nada más verlo me entran los siete males. Se está quitando la camiseta, dejando entrever su enorme espalda llena de músculos que se contraen y relajan a medida que va haciendo movimientos para quitársela.

Respiro para tranquilizarme y dejo el maletín en la mesa donde tenia preparado el desayuno, y digo tenia, porque cuando me giro para mirar a Nathan y ponerme en marcha, le veo comiéndose mis cereales. Le fulmino con la mirada pero a él parece hacerle gracia y se le escapa una sonrisita que no puede retener. Resoplo cabreada con él por haber irrumpido en mi casa y haberse comido mi desayuno, me está cabreando de tal manera que en vez de quitarle los puntos se los voy a tener que volver a coser después del porrazo que le voy a pegar con la sartén que tengo en frente.

Inconsciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora