Capítulo 25

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Cuando vuelvo a abrir los ojos ya entra luz por la ventana. Miro la hora, las nueve de la mañana. Me doy la vuelta en la cama y veo que estoy sola, Nathan ya se ha despertado. Sin intentar darle muchas vueltas a lo que pasó ayer, me levanto y me dirijo al lavabo para ducharme y asearme a ver si así me despejo. Le robo una camiseta a Nathan y justo cuando terminó de ponérmela él entra por la puerta con una bandeja llena de comida.

-¿Cómo estás? -Pregunta mientras deja la bandeja en el escritorio.

-Mejor. -Respondo.

Viene hacia mí y me besa con ternura.

-Dime que sabes que te quiero. -Dice con una mirada que me traspasa.

-Lo sé. -Le aseguro y sonrío por primera vez en horas.

Nathan suspira como si le hubiese quitado un peso de encima, se sienta en la única silla que hay en la habitación cerca de la mesa y me sienta encima de él.

-Come. -Ordena.

Cojo una tostada, y después de untarla con mantequilla y mermelada me la llevo a la boca.

-¿En qué piensas?

-En que no sé por qué me afecto tanto verlo. -Respondo después de tragar. -Quiero decir, yo apenas lo conozco, no tengo recuerdos y aún y así me mató verle vivo y saber que nos había mentido durante tantos años. Se ha perdido toda nuestra vida y no sé por qué.

-Es normal que te sientas así Ares. Tú no tienes recuerdos pero tu madre se ha encargado de que lo conozcas a lo largo de tu vida, y lo malo, es que ahora mismo no encajas a la persona que te ha descrito tu madre con ese hombre. -Me besa el hombro descubierto. -Así que es normal que llores por alguien que no has tenido, porque en cierta manera, si ha estado.

-No sé qué hacer con Yanira y mi madre. -Susurro.

-Creo que la mejor decisión que puedes tomar es la que te deje tranquila la consciencia.

-¿Y si les arruino la vida?

-En todo caso se la habrá arruinado tu padre, no tú. -Me corrige.

-No sabes cuanto te quiero. -Le digo mirándolo a los ojos. -Siempre estás ahí para levantarme cuando me caigo, y no hay manera en el mundo en la que pueda agradecértelo.

-Sí que hay una. -Nathan sonríe de forma socarrona mientras desliza una mano por mis muslos.

Me río porque sé que lo hace para distraerme y se lo agradezco. Sus labios se juntan con los míos, me cambio de posición y me siento a horcajadas encima de suyo. Nathan me abraza con fuerza y me pega más a él si es que eso es posible. Lleva sus manos hacia mi culo y lo agarra con posesión, se me escapa un gemido entre su boca y noto como se le pone dura. Una de sus manos abandona mi culo y asciende debajo de la camiseta hasta uno de mis pechos. Nathan gruñe y de repente escuchamos unos golpes en la puerta.

-Nathan te necesitamos en el frente. -Grita Bayron desde el otro lado.

-¡Lárgate! -Brama Nathan y vuelve a estampar su boca con la mía.

Escucho una carcajada de fondo.

-Lucas está al teléfono. -Se vuelve a escuchar. -Y no creo que le haga mucha gracia saber que no le contestas porque te estás follando a su hija.

-Dile que lo llamo en cinco minutos. -Le contesta, tira del cuello de la camiseta hacia abajo y se lleva el otro pecho a la boca.

-Si acabas en tan solo cinco minutos Lexa se va a llevar una decepción. -Suelta Bayron.

Nathan pega un puñetazo a la mesa y yo suelto una carcajada. Al final resopla y me aleja.

-¡Voy!

Me levanto de encima suyo y cuando se levanta él, después de unos minutos, al abrir la puerta Bayron todavía sigue allí. Nathan le lanza una mira que si estuviese dirigida a mí, me daría miedo, pero él eleva las cejas un par de veces y se la toma a cachondeo. Sin decir ni una sola palabra, Nathan se va y Bayron entra en la habitación, cierra la puerta y se tira en la cama.

Inconsciente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora