-22.

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Lionel todavía recuerda vividamente el día en el que su hijo nació.

Cuando vio como a su esposa se le rompía la fuente de agua al salir del baño, se le paró el corazón, corriendo hacia ella y llevándola lo más rápido posible que sus cansadas piernas le permitieran.

Decidió entrar a la sala de parto, sostenía su mano, le quitaba el cabello de la cara y le secaba el sudor de su frente a causa del esfuerzo que estaba haciendo.

En un instante, levantó la mirada y escuchó los primeros llantos de su bebé.
El mundo parecía ir más lento, sintió que llegar hasta él le tomó una eternidad entera.
Cortó el cordón umbilical y lo sostuvo por primera vez en sus brazos.

El tiempo se detuvo, su respiración empezaba a ser más lenta y sintió como su corazón volvía a latir con una fuerza que no sentía hacia muchísimo tiempo.
A pesar de que estaban rodeados de médicos, enfermeras, máquinas y utensilios del hospital, parecía que solamente eran ellos dos en todo el planeta Tierra.

Sintió ese "click" que muchas madres describían tener cuando escuchaban a su bebé llorar a los segundos de nacer, como si dentro de ellas se activara automáticamente un instinto materno que las mujeres tenían desde que se tiene registro de la humanidad.

Scaloni se sintió exactamente igual, pero en su lugar había aparecido un instinto paterno que solamente quería lograr que aquella nueva personita estuviera llena de amor y protección.

Amor a primera vista.

Amor, hacía tanto tiempo que no sentía aquel sentimiento con tanta calidez, con tanta rapidez y sinceridad.

Incluso recuerda que cuando el médico le dijo que llevara al recién nacido con su madre, su primera reacción fue una de negación, juntando más a su hijo contra su pecho, sin querer permitir que alguien más que él lo toque.
Pero volvió rápidamente a sus sentidos pues lo que ahora él pequeño más necesitaba era a su mamá, que lloraba y hacia un esfuerzo sobrehumano para no desmayarse del cansancio antes de poder conocer a su bebé.

No quería ser dramático, ni robarle el protagonismo al niño.
Sin embargo siempre sintió que cuando su primer hijo nació, aquel día llegaron dos vidas al mundo.
La de Ian Scaloni y la suya, que había regresado después de pasar tantos años sintiendo que con cada día que pasaba, moría un poco más.

  
Un par de semanas después, en Argentina, Pablo estaba guardando sus cosas luego del entrenamiento que había tenido.

Sintió como unos brazos lo tomaban por detrás, inmediatamente se dio vuelta y se alejó de aquella persona que repentinamente lo había abrazado, bajó la guardia cuando vio que se trataba de Ana.

Su novia.

-Dios, casi dos años de relación y seguis reaccionando así cuando te abrazo por la espalda- empezó a reclamarle mientras se cruzaba de brazos, frunciendo su ceño.
-Perdón, me sale automático- se acomodó su bolso en el hombro, dándole un corto beso a la mujer para saludarla. -Ya te dije que no entres hasta acá, me vas a meter en líos-
-Le pedí permiso a Pekerman para entrar- comenzaron a caminar hasta la salida del predio donde entrenaba, Pablo se le quedó mirando, lleno de confusión.
-¿Y qué te dijo?- la muchacha dejó de mirarlo a la cara, empezó a reírse por lo bajo pues no quería hacerla enojar.
-...que no- y ahí soltó la carcajada. -Pero lo hice igual, porque a mi nadie me prohíbe ver a mi novio-

Aimar sabía que a Pekerman no le caía del todo bien aquella chica, la veía como una "distracción" más que era completamente innecesaria y perfectamente evitable.
O al menos con eso se justificaba el hombre, porque no tenía una razón genuina, solamente no le agradaba la novia de su jugador "estrellita".

traición ♡ scaloni x aimar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora