Max Verstappen. Lo llaman el príncipe de hielo.
Sin emociones. Sin amar. Con una vida planeada al milímetro donde no hay nada al azar. Pero, ¿que pasa cuando la pelirroja de ojos claros se cruza en su camino? ¿Cuando siente que ella rompe todas sus...
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📅 Jueves 12 de Agosto de 2021
📅 A la mañana siguiente
Un golpe en la puerta me hace incorporarme de la cama con rapidez. Cojo el albornoz blanco que descansa en una de las sillas del dormitorio y me levanto despacio procurando no hacer ruido. Max aún duerme y no quiero despertarlo. Mientras meto mis brazos por las mangas de la suave prenda de algodón, muerdo mis labios recreándome en la increíble vista que la cama me ofrece.
Su cuerpo apenas está tapado por la sábana blanca. Toda su espalda al descubierto, así como el inicio de su trasero. Lindo, por cierto. Duro y agarrable, de esos que aprietas mientras están dentro de ti.
Me sube un ligero cosquilleo por todo mi cuerpo pensando en todas las cosas que hicimos anoche. Yo, la que no quería liarse con ningún tío y ayer vi amanecer aún en los brazos de Max. Jamás en mi vida experimenté y disfruté tanto como anoche. Sin pensar en nada. Sólo dejándome llevar dándole todo de mi al rubio de ojos claros.
Atravieso el comedor y me dirijo hacia la puerta del bungalow. Al abrirla, un miembro del servicio del hotel me sonríe con un carrito del desayuno. Le saludo y le hago paso para que lo deje en una de las mesas que hay en el centro. Lo dejo que lo prepare todo mientras miro como el día ha amanecido claro y despejado. Bostezo ligeramente porque apenas he dormido ésta noche, algo de lo que no me arrepiento para nada. Como dice mi abuela el peor arrepentimiento es por lo que no hiciste.
Minutos después, el chico se va y lo despido con amabilidad. Me acerco a la mesa y cojo un trozo de mango recién cortado llevándomelo a la boca. Realmente está exquisito y es una delicia para mi boca.
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- Creí que te habías largado a tu cabaña y resulta que me estás robando el desayuno –uno de los brazos de Max envuelve mi cintura, mientras el otro me aparta el pelo del cuello. Sus labios se posan en el consiguiendo que los pelos de la nuca se me ericen al instante.
- Primero, estoy desnuda y es de día. No puedo irme así a mi habitación, y segundo, me dijiste que me quedara a desayunar.
