Max Verstappen. Lo llaman el príncipe de hielo.
Sin emociones. Sin amar. Con una vida planeada al milímetro donde no hay nada al azar. Pero, ¿que pasa cuando la pelirroja de ojos claros se cruza en su camino? ¿Cuando siente que ella rompe todas sus...
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📅 DOMINGO 13 DE NOVIEMBRE DE 2022
📍 GRAN PREMIO DE BRASIL
Carlos ha ganado el Campeonato de Fórmula Uno. Se lo merece. Ha luchado mucho este año y ha tenido la suerte de tener a su lado a Valeria, su novia y su Jefa de Ingenieros de Motor. Aunque por pocas no ganas debido al arrebato romántico que le dio durante la carrera. Mientras el bullicio rodea el paddock predominando el color rojo, yo me alejo de la zona de nuestra escudería, con un solo pensamiento, encontrar a Max.
Camino con decisión hasta su box y preguntó por él a uno de los miembros de su equipo. Amablemente, me indica que Max está en la zona de los Home Trailer y hacia allí me dirijo. No me es muy difícil dar con él. El rubio está sentado en el suelo con su cabeza entre sus rodillas. Me da una pena que me muero verlo así, porque sé lo mucho que ha luchado por intentar revalidar su titulo. Me acerco despacio, deseando poder abrazarlo e intentar darle ánimo. Él levanta su cabeza y en cuanto me ve me sonríe.
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- Hola, ni niña preciosa -me dice a modo de saludo haciendo que solo con escucharlo llamarme así, ya esté medio derretida.
Me siento a su lado. El sitio donde ahora mismo es el único lugar donde quiero estar. Voy a poner mi cabeza en su hombro cuando uno de sus brazos rodea los míos para que acabe descansando en su pecho. Durante unos buenos segundos ninguno de los dos emite palabra alguna pues quiero respetar su silencio y que no quiera hablarme por si se siente mal.
- ¿Cómo te encuentras? –me pregunta más preocupado por mi que por él. Esto es una de las cosas que más amo de Max, que siempre soy yo primero para él sin importarle todo lo demás.
- Algo cansada, pero bien, ¿y tú? -ladeo un poco mi cabeza hasta tener su rostro a pocos centímetros del mío. Sus ojos azules no brillan tanto hoy como otros días, pero aún así, me siguen pareciendo los más bonitos que he visto nunca.
- Imagínate. He tenido ahí el campeonato al alcance de mi mano, pero, no ha podido ser. Mi puto coche es una mierda. Carlos se lo merece -admite él bastante derrotado. Agarro una de sus manos y entrelazo mis dedos en ellos. El tacto de su piel es cálido y suave.
