-Lo supe todo y fui una tonta al creer en ustedes dos. Olvídense de nuestra amistad y les pido de favor que jamás vuelvan a acercarse a mí.
Salí enojada de aquella casa, podía escuchar la desesperación de Alessandra al ver que su hermana estaba herida. Me sentía traicionada y aunque me pese aceptarlo me sentía triste. En ellas había confiado, las dejé ser mis únicas amigas y no podía creer lo que habían hecho.
-Entonces a esa hora estaré en camino. La veo en unas horas.- Sabía lo que iba a suceder, sabía que ellas ya lo sabían.
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Me cambié lo más rápido posible y bajé en el elevador hasta el sótano, teníamos prohibido bajar ahí pero esta era una excepción y me importaba muy poco si me llegarán a ver y me llamaran la atención. Tomé lo que ocupaba, salí de ese lugar e ingresé al garaje y me subí a mi auto. Quince minutos después toqué aquella puerta y una de las chicas me dio el pase, se veía tan tranquila que pareciera que nada estuviera pasando.
Alessandra traía un atuendo muy bonito y al igual que yo su atuendo era negro como si de un funeral se tratara. La cosa era que en realidad estaba por enterrar aquellos sentimientos que algún día les di. Llegamos al comedor, habíamos quedado en desayunar para después ver películas toda la tarde; en seguida llegó Galiana con lo que parecía ser un pastel de chocolate, si esta no era una despedida probablemente su plan ya había comenzado. Las muy ingratas mostraban una sonrisa más forzada que los días anteriores, error ahí. Cuando una persona comienza a tener cambios demasiado evidentes es cuando uno se percata de que algo no anda bien. A pesar de ser lo que son no parecen tener mucha experiencia en estas cosas. Pretender que no he visto cambios para mí es fácil y el fingir fue un don que se me dio. Estuvimos platicando en todo el desayuno "pretendiendo que nada pasaba" más tarde nos fuimos a la sala y nos pusimos a ver una serie. El reloj marcaba exactamente las 7:30 p.m. el día ya era oscuro, la única luz que había en el departamento era la de la pantalla y la de una pequeña estancia en dónde tenían una mesita con 4 sillas y una pequeña librería.
Alessandra: Deberíamos de tomar café, ¿no lo creen? La cabeza está apunto de explotarme. ¡¡Me urge un café!!
Yo sólo asentí y las 3 nos pusimos en marcha a la cocina, preparamos el café y nos fuimos a la estancia en dónde se encontraba la mesita. Prendimos las luces de las casa ya que era necesaria.
Galiana: Entonces... ¿Tienes hermanos?
Ambas chicas se miraban sospechosamente, no iba a mentirles, al menos yo no era así.
- Así es, ¿por qué la pregunta?-
- ¡¡Ohh!! Nada más- Galiana soltó una pequeña risa nerviosa
Alessandra: Entonces eres tú, ¿y cuántos más?
-Conmigo son 5 y por las dudas, soy la más pequeñas. -
Las chicas querían seguir con su pequeña encuesta pero en ese preciso momento tuve la necesidad de ir al baño. Me levanté, les dije que no tardaba y ellas sólo sonrieron. Claro que no iba a tardar me repetía constantemente antes de entrar al baño, estoy segura de que algo me está sucediendo; jamás me había sentido tan decepcionada, enojada, triste y mucho menos sentir que me estoy arrepintiendo. ¡¡maldición!! ¿qué es lo que me sucede?
