Tabaco

52 13 0
                                    

Tabaco: Planta de la familia de las Solanáceas, originaria de América, de raíz fibrosa, tallo de cinco a doce decímetros de altura, velloso y con médula blanca, hojas alternas, grandes, lanceoladas y glutinosas, flores en racimo, con el cáliz tubular y la corola de color rojo purpúreo o amarillo pálido, y fruto en cápsula cónica con muchas semillas menudas. Toda la planta tiene olor fuerte y es narcótica.

Neji estaba en los escalones de la parte trasera de la mansión Hyuuga, haciendo algo que nadie hubiese dicho que él hiciera algún día. Estaba claro que la compañía de aquellos energúmenos –contando a Shikamaru Nara y sobretodo éste-, no le hacía ningún bien. Porque sí, Neji Hyuuga estaba liándose un porro.

Y es que últimamente la juventud comenzaba a fumar otras cosas, y todo el grupo se solía juntar en uno de los parques de Konoha para fumar Marihuana y otras hierbas de dudosa procedencia que les alegraban el cuerpo por el resto de la tarde. No es que le gustaran, pero le ayudaban a ser feliz y sentirse bien con todo. Y eso se veía en la atípica sonrisa que se pintaba en su rostro desde hacía unas semanas.

Juntos en el parque, solían reír y cachondearse de todo. No es que fuera exactamente tabaco lo que fumaban, sino que estaba mezclado con todas las hierbas. Así que aprovechaban el tabaco de la misma manera en que lo hacían si lo fumaban solo.

La que solía proporcionárselas era Sakura, que trabajaba en el hospital y las robaba sin que su maestra se enterase. Los expertos en liar el tema eran el Uzumaki, el Uchiha y Nara. No es que fuera exactamente bueno para su salud, pero ayudaba a superar las largas jornadas de entrenamiento y las depresiones que le creaba estar bajo la tiranía del Souke.

Nunca había dejado ir a Hinata, aunque Naruto la había invitado en más de una ocasión. Opinaba que su prima no tenía que fumar, y siempre le decía que si iba se lo diría a su padre. Por supuesto, ella no sabía nada de que Neji fumaba; eso era un completo secreto.

Pero aquel día, el destino se puso de acuerdo para que su primita descubriese lo que se "traía entre manos" Neji. Fue en esa misma escalera, mientras ella caminaba hacia casa después de su entrenamiento.

—Neji-niisan, ¿Qu-Qué es eso que ti-tienes? —fue demasiado tarde para que él pudiese esconderlo.

Hinata ya estaba a su lado y miraba con curiosidad el porro a medio hacer

—. Ah, a-así que es eso lo que fu-fumas en el parque con los chicos…

—¿Cómo sabe eso? —respondió furibundo Neji.

—Hm, es que Na-Naruto-kun me dijo que solías ir con ellos, y to-todos sabemos lo que hacen en el parque —le dijo su prima, sonriendo tímidamente.

—De todas manera, no tendrías que estar aquí —le habló seriamente—. Hiashi-sama no quiere que su hija tenga malos hábitos, y como tu protector no lo permitiré.

Con esto, Neji dio a entender a su prima que quería que se marchase y que no dijera nada de lo que había visto, pero no contaba con que ella sería más inteligente:

—Pero, Neji-niisan... Si no me equivoco, eso que fumas no es tabaco.

El muchacho tragó saliva, y se puso blanco como la pared. No había contado con que ella fuese tan lista. En su discurso mental, se prometió mentalmente matar a Naruto y... Borrarle esa estúpida sonrisa de la cara a su prima.

—Sólo quiero probar una caladita... —le dijo con los ojos brillantes. Él la miró raro, y ella continuó hablando—. Y también, ¿qué crees que pasaría si Papá se enterase?

Maldita pelleja, la que parecía una mosquita muerta.

—Bueno, está bien... —respondió Neji después de su silencio—. Pero ni una más.

Neji siguió liándose el porro mientras ella le observaba demoradamente, viendo como le ponía la boquilla y juntaba el papel de fumar cuidando de que no se saliera nada del contenido. Finalmente, sacó un mechero de su bolsillo y lo encendió en un santiamén, el muchacho se llevó el cigarro a la boca y aspiró el humo, tragándolo. Tras esto, se lo pasó a Hinata, que hizo lo mismo.

—Caray, Neji-niisan, que bien sabes líar —habló, llevándoselo a la boca y haciendo lo mismo que Neji.

Fumó como si llevase toda la vida haciéndolo.

Él se preguntó si no estaba enganchada de antes, porque lo que fue un calo pasó a tres y a cuatro, y luego a cinco. Luego se lo pasó a su primo, que después de otro par de caladas se lo volvió a pasarlo.

—Ei, que rule. —dijo en broma Neji, algo contentillo. En menos de veinte minutos, ya habían pasado al tercer cigarro...

Y los que quedaban.

30 ViciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora