Limite

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Límite: Extremo que pueden alcanzar lo físico y lo anímico.

Hinata se sintió morir en cuanto notó las manos de su primo en la cintura, tomándola de forma avasalladora. Todo el aire que estaba reteniendo en la boca, se escapaba en pequeños resoplidos, debido a la mano que él mantenía en sus labios. Quería escapar; era una presa en las manos del cazador, que después de mucho escapar, al fin había sido capturada.

—El otro día parecía que te gustaba, ¿Por qué hoy no, Hinatita? —le susurró al oído. Ella tembló.

La muchacha farfullaba cosas inteligibles, imposibilitada de hablar, mientras se retorcía para salir huyendo de allí. Mientras, la mano que su primo mantenía rodeando su talle, comenzaba a ascender hasta su vientre, llegando a sus pechos, sólo cubiertos por un sujetador que dejaba mucha de su piel expuesta.

Sus dedos se colaron por debajo, contorneando sus pezones, ocultos bajo la tela, creándole una sensación de dulce excitación que la recorrió por entero. Su estómago dio un vuelco, mientras aquella ansiedad de sexo volvía a recorrerla.

Sin embargo, siguió retorciéndose, tratando de liberarse y esconderse en algún rincón donde él no la encontrase. La excitación la recorría, y finalmente, pudo escapar de las garras de Neji en un descuido de él. Lo malo fue que sólo atinó a entrar al lavabo sin cerrar la puerta, con lo que él se quedó parado en la puerta, sonriéndole pícaramente.

—Me encanta que te resistas de esa manera —dijo el Hyuuga, con unos ojos que rendirían al más fuerte de los ninjas—. No sabes lo que provocas en mi.

—Neji-niisan, por favor… —le suplicó, roja hasta la médula. Sus labios temblaban por la excitación de sentirse acorralada, las palabras que él se susurraba le infundían más ansiedad—. No te acerques más… Por favor, o no…

—No sirve de nada que te niegues —habló sutilmente, remarcando cada palabra—. Todos tus actos me provocan, incluso ese temblor en tus labios.

Hablaba tan seriamente, que Hinata sintió un escalofrío de algo que no supo continuar. Sus pasos se acercaban lentamente a ella, torturándola. Quería que llegara hasta ella de una vez y se la follase contra la pared, pero por otro lado temía las consecuencias que aquello les trajera a ambos.

—Vamos gatita —su seductora voz casi era un veneno para ella.

Sintió un espasmo en su estómago al notar cómo se acercaba aún más, entonces se giró contra la pared, sorprendiendo a Neji:

—Si tanto me deseas, sólo tómame —habló, con las ganas impregnando su voz.

Apoyó sus manos en el frío mármol, y giró la cabeza, mirándole a los ojos fijamente.

Entonces él sólo se dejó llevar, acercándose y situando las manos en su firme trasero, y bajándole el pantalón y las bragas de un solo tirón. Con sus dedos apretados contra su tierna carne, recorrió la extensión de su trasero por entero, pellizcando fuertemente una de sus nalgas. Se acercó a su oído, y suspirando roncamente le dijo:

—Esto ya no tiene vuelta atrás, Hinata —ella aspiró, preparándose para lo que vendría.

Sintió el duro bulto de su primo apretándose contra su trasero, y seguidamente como éste acariciaba el contorno de su cintura, para después tomar sus manos y aferrarlas con una de las suyas con fuerza contra la pared. Todo fue tan rápido que no sintió siquiera cuando él bajó la bragueta de su pantalón, y se situó en su entrada. Bruscamente, se introdujo en ella, sin cuidado, sólo con el deseo que había estado reprimiendo por días.

Ella gritó. No sintió demasiado dolor gracias a la lubricación de su vagina, pero todo comenzó a verse de otra manera cuando comenzó a sentir el erecto pene moviéndose dentro de ella. Era una sensación exquisita, ácida, excitante; nueva.

Gritó de nuevo, sintiéndole en todo su esplendor. Sus pechos golpeaban contra la fría pared, pero esto sólo conseguía excitarla más. Sus ojos lagrimeaban gracias al placer y a todo lo que le estaban dando; tan duro.

Comenzaba a adorar aquella polla; la polla de su primo.

¿Qué pecado era el de follar con tu primo y que te gustase? Oh, pero como le ponía, y que bruto estaba. Estaba tan a puntito de llegar, tan extasiada. Una de las manos de Neji, tomó su pierna y la elevó, haciendo así la penetración más intensa.

—¡Neji-niisan...

El sudor le recorría la espalda, llegando a su trasero. Su cabello se movía de un lado a otro mientras él le daba duro por detrás. Ella se relamía los labios, sintiendo el placer que le estaba proporcionando Neji.

Cuando sintió la semilla caliente de él esparcirse por su vagina y goteando en el suelo, no tardó más de diez segundos en correrse ella también. Su primo seguía con su miembro metido allí; Hinata aún lo notaba tieso, y eso la volvió a excitar sobremanera.

—Quién diría que después de todo, eras virgen —le dijo al oído él, exhalando aire lentamente.

—Cállate y sigue —sonrió Hinata, girando su cabeza, rozando sus labios con los de él.

No había nadie en aquella casa, y la tarde seguía para ambos.

30 ViciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora