Infierno

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Infierno: En diversas mitologías y religiones no cristianas, lugar que habitan los espíritus de los muertos.

—Y bien, Neji… ¿Quién es el "débil" ahora? —pronunció Hinata pícaramente, como jamás nadie la había visto; era su verdadera cara.

Neji estaba amarrado y amordazado a una silla de hierro, con toda su anatomía al desnudo. Un único candelabro alumbraba el lugar, dejándolo tétricamente iluminado.

Hinata llevaba la misma ropa que en sus entrenamientos, y la misma sonrisa tímida de siempre, pero había algo diferente en su mirada, ¿Sadismo, burla, divertimento?

—No te puedes mover ni hablar, ¿verdad, primito? —preguntó, con esa maldita sonrisa pintada en su rostro—. ¿O acaso es que te ha comido la lengua el gato?

Se estaba riendo de él, y no podía hacer nada por pararla. Se dio cuenta que al lado de su prima había una mesa con instrumentos quirúrgicos y de tortura usados por los ANBU en sus interrogatorios. Como buen ninja que quería entrar a tan secreta organización, se había informado bien de todo lo que debía saber antes de ingresar.

Neji tembló. No sabía qué le haría, pero pronto lo descubriría. Extrañamente, su prima comenzó a quitarse su uniforme de entrenamiento, dejando ver una especie de mallot de color negro brillante que le apretaba mucho los pechos. Luego se quitó los pantalones dejando ver sus muslos bien torneados y blancos. No pudo evitar notar lo hermosa que era. Para rematar su vestimenta, se había calzado con unos tacones de punta que hacían sus piernas aún más atractivas.

Sintió un nudo en el estómago al notar cómo iba, y su miembro comenzó a apretarse contra la cuerda que lo sostenía.

—¿Con que se te está poniendo dura, primito? —dijo ella, acercándose a él y tomándolo entre sus manos—. ¿Acaso no puedes controlarte?

Su pecho subía y bajaba con fuerza; sentía su miembro pulsando con más fuerza entre las manos de su prima, queriendo venirse ya. Comenzó a masajearlo, de arriba abajo, subiendo y bajando su glande con una deliciosa lentitud. Cuando ella comenzó a chuparlo, Neji ahogó sus suspiros en su mordaza.

Estaba en el infierno con un tentador demonio; y quería más, necesitaba correrse.

Cuando ella se la sacó de la boca, un chorretón de semen salió de su pene, manchando los labios y casi toda la cara de Hinata. Una extraña llama se avivó en sus ojos, y sin dudarlo mucho, se levantó y arrimó a la mesa, tomando un bisturí.

—Has sido un chico malo —dijo, mirando a un asustado Neji a los ojos, y luego a su miembro—. Por lo tanto, mami va a tener que castigarte.

De un rápido movimiento, quitó la mordaza que cubría la cara del chico, con lo que este no tardó en comenzar a chillar, aterrorizado:

—¡Hinata-sama, no lo haga! —le rogó, con mirada suplicante—. ¡Socorro!

—Nadie va a oírte, Neji-niisan —dijo Hinata, sonriendo macabramente—. Grita tanto como quieras.

Para cuando el bisturí cortó el reborde de su pene, Neji ya estaba gritando como un poseso, berreando que lo dejara ir, que no le hiciera eso.

Ella siguió sonriendo mientras cortaba, conforme sus alaridos se hacían más y más fuertes. Pero ella no iba a parar, no se iba a compadecer de sus gritos; disfrutaba con la oscura sangre que manaba del interior de su primo; no dudó en beberla, era tan sabrosa…

Era así como le gustaba verle, berreando como un cerdo en el matadero. Siempre había deseado dominarlo, hacerlo sufrir tanto que no fuera más el maldito de genio Hyuuga. Le había odiado tanto que ahora lo tenía a sus pies, muerto.

Simplemente, sonrió. Era tan excitante ser un demonio a espaldas de los demás.

30 ViciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora