Deseo

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Deseo: Acción y efecto de desear. Objeto de deseo. Impulso, excitación venérea. Anhelar algo con vehemencia.

No podía más. La había visto de nuevo jugando con aquellos suaves dedos suyos, y otra vez su miembro estaba erecto, observando como ella se daba placer, se contoneaba en su cama; y de nuevo se imaginaba como aquellas caderas podrían acogerlo tan suavemente, como el erotismo de aquella niña acabaría por quitarle la poca razón que le quedaba.

¿Por qué ella, de entre todas?

Una vez en su habitación volvía a verla, se imaginaba que ella le sonreía y le incitaba a cometer los actos más ilícitos, las cosas más inimaginables.

Y esa noche pasó lo impensado, lo que Neji jamás creyó. Se acostó, como todas la noches. Mañana tenía entrenamiento, y hacía días que no rendía como se suponía que debería hacerlo. Eso se debía a las horas de desvelo que le provocaba el deseo por su prima; aquello se le estaba haciendo insoportable.

Apagó la luz de su mesita de noche, y cerró los ojos. Y entonces sintió la puerta abrirse. Pensó en activar su Byakugan, pero entonces reconoció aquellos pasos y como un peso leve se situaba a los pies de la cama.

Aquel frágil cuerpo avanzó a gatas por su cama, sentía el contoneo de sus caderas, y la sangre pulsando continuadamente en su miembro, ahora erecto. Y volvió a imaginarla, aquel cabello largo y sedoso, aquel tono rojizo que adquirían sus mejillas cuando se sonrojaba, aquella sensualidad que expiraba cada vez que pasaba por su lado.

En su cama, ella estaba en su cama, allí; y lo peor es que él ya no podía controlarse. Por eso, sin dar tiempo a la figura para apartarse, se levantó de la cama y cayó encima de ella.

—Ne-Neji-Nisan… —yn grito ahogado salió de esos labios que tanto anhelaba—. ¿Qué haces?

Neji frunció el entrecejo, frustrado. Ella le provocaba tanto con esa vocecilla asustada, con esa inocencia que no parecía tener cuando se masturbaba. Hinata-chan, sin duda ya no era una niña, y él lo comprobaría en ese mismo instante.

—¿Sabes cuánto me provocas con ese tartamudeo tuyo? —preguntó, lanzándose a sus labios y devorándolos ferozmente, como un lobo sediento de carne.

Al principio ella le detuvo, haciendo presión con sus manos en sus hombros, y no dejándole entrar en su boca, pero al intentar gritar que parase, él pudo adentrarse en la humedad de sus labios, introduciendo su lengua y empezando un beso voraz, que los dejó a ambos sin aire. La excitación corría por el cuerpo de ella, sus bragas se humedecían sintiendo la dureza en el pantalón de su primo. Descargas eléctricas corrían por su clítoris y su estómago, haciendo que su ansiedad se incrementase, y su excitación se hiciese más patente.

Cuando él comenzó a refregarse contra ella sintió su corazón exaltarse, y si intimidad latir con fuerza. Sin dudarlo mucho, ambos comenzaron a besarse sin control, mientras Neji sujetaba con fuerza sus muñecas, como si temiese que pudiese escaparse en cualquier momento.

Hinata suspiró, intentando liberarse de sus ansias—E-Estoy tan mojada —susurró entonces al oído de su primo, a lo que éste suspiró roncamente.

Sabía que ella había dejado de ser inocente, pero no le importaba; y casi lo había comprobado. Sin importarle nada más, bajó una de sus manos a la entrepierna de la chica, sujetando las dos de ella con una sola. Cuando sus dedos recorrieron su entrepierna y se adentraron entre sus prendas, Hinata ahogó un gemido de placer.

—Umm… Neji-niisan —mordió su hombro cuando él adentró más sus dedos en ella.

Él volvió a tomar sus labios, pero esta vez más bruscamente que la anterior vez, mordiendo levemente el inferior.

—¿De quién es, Hinata-sama? —interrogo roncamente a su oído—. Dígalo.

—Só-Sólo tuya Ne-Neji-Niisan.

El Hyuuga sacó sus dedos y comenzó a subir por su vientre, pero sin embargo, algo interrumpió abruptamente aquella diversión.

Unos pasos invadieron el pasillo, y una voz conocida sonó:

—¡One-san, date prisa!, prometiste venir a dormir a mi habitación esta noche.

Aquellos pasos se alejaron, quizás del cuarto de Hinata.

—Qué pena. Yo quería que te quedaras a dormir conmigo —confeso Neji en su oído, haciéndole cosquillas con su aliento. Parecía fastidiado.

—Otro día será —pronunció Hinata, dándole un corto y casto beso en los labios.

Dicho esto, Hinata se liberó de las manos de su primo y se puso de pie.

Él notó como se tocaba el cabello, probablemente arreglándoselo después de aquel pequeño revolcón que finalmente sólo llegaba a rollo de besuqueos y tocamientos.

Y lo tremendo del asunto, es que cuando Hinata salió de la habitación, ambos pensaron lo mismo:

"¡Hanabi, eres una cortarollos de primera!"

30 ViciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora