Capítulo 1: Seiren

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01 de octubre del 2001.

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T/n.

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— Bien, T/n, parece que mi viaje contigo va a terminar... estos no eran los planes originales — dijo Seiren cuando un desgraciado la iba a atacar con una katana, al contrario de lo que creí, ella no hizo ni el mínimo intento por esquivar el ataque que iba directo a su cuello.

El maldito de la máscara le separó la cabeza del cuello en un tajo limpio y rápido. El cuerpo de Seiren falló y cayó directo al suelo, su cabeza rodó hasta mis pies.

Tomé la cabeza de Seiren con ambas manos; su expresión facial era muy calmada, tenía una tranquila sonrisa y sus hermosos orbes azules estaban cerrados, acaricié su rubio y largo cabello, era muy sedoso. Pegué su cabeza hacia mi en un abrazo, recordé todo lo que me decía, los ratos juntos, las peleas clandestinas... Todo.

Algo dentro de mí se rompió, sentí como de a poco algo se abría. Solté la cabeza de Seiren y la coloqué cuidadosamente en el piso al lado de su cuerpo como si fuese una hermosa y delicada pieza de porcelana que se rompería en cualquier momento.

— ¿Cómo te atreviste a matar a Seiren? ¡Ella no tenía nada que hacer entre NUESTROS problemas! — grité lleno de furia y tristeza.

El enmascarado no titubeó en atacarme, eso fue algo que me colmó.

Me agaché para evitar su ataque, le dí un fuerte golpe en los genitales y con eso logré tomar distancia para poder leer mejor la situación.

Corrí con rapidez, salté lo más alto que pude dando una vuelta para más impulso y le ensarté una patada en la cabeza, eso lo tumbó al suelo.
Aproveché su inconsciencia para
subirme en él, con toda la fuerza de mis piernas apresé las suyas y así podría golpearlo a mi antojo.

—Ni siquiera se merece una muerte rápida — me repetía constantemente ante el fuerte deseo de asesinarlo.

El primer golpe sonó, con éste le rompí la máscara en pedacitos liberando su rostro, me detuve unos cuantos segundos para observarlo. Era pálido de ojos negros, tenía bigote y una casi nula barba, de cabellos cortos color café oscuro, además, eran rizados y tenía una gran nariz aguileña.

Le proporcioné otro golpe, seguido de muchos más que sólo eran en la cara, al estar inconsciente no podría hacer nada en defensa.

Así seguí con golpes en el rostro, cuando le rompí la nariz y la boca; se le llenó la cara de sangre, pero aún así, seguí.

Ya no sentía las manos después de tantos golpes, por lo tanto, me levanté lento y comencé a patearlo repetidas veces en el estómago, tosía sangre y la vomitaba, le saqué el aire de los pulmones y comenzaba a querer convulsionar.

— ¡Ahora vas a temblar como la mísera rata que eres! — le grité con enojo, el pensamiento se me había nublado.

Seguí dando patadas hasta que simplemente ya no se movió más.

Estrujé su cuello con mi mano derecha y lo elevé un poco en el aire.

—No te escucho respirar, espero que estés ardiendo en el puto infierno, eso es lo mínimo que se merece la mierda como tú— sentencié para después apretar un poco y terminar arrojándolo al suelo.

Al darme cuenta que no se movió observé lo que había hecho, miré mi ropa y mis zapatos, mis antebrazos y manos estaban escurriendo de sangre al igual que algunas puntas de mi blanco cabello. Los zapatos no eran muy diferentes al resto de mi ropa; llenos de sangre.

—Antes eran blancos, esa mierda me ensució los zapatos y la ropa con su repugnante sangre— solté para agacharme a desatar los cordones de mis zapatos y quitarlos de mis pies.

(Son tenis, zapatillas o como les digan en su país).

Sólo me los quité y los dejé ahí.

Caminé sin saber siquiera que sería de mí, sin Seiren me sentía vacío, sólo era un chico de 13 años.
Llegué al departamento que compartía con ella, saqué las llaves y entré.

Lo único que hice fue recargarme en la puerta y dejar deslizarme hasta llegar a sentarme en el piso, agaché la cabeza y dejé mi frente en mis rodillas. La verdad no deseaba hacer nada, sólo lloré y me reprimí sintiendo un gran dolor en el pecho, puede que Seiren se haya ido pero siempre la recordaré, ella formará parte de mí. Si la mataron fue por mi culpa, si Seiren no hubiera ido conmigo, si no se hubiera atravesado en mis problemas con esa persona... El que estaría muerto sería yo, ella aún tenía que vivir, quería terminar su carrera, tenía que ser profesionista para viajar y poder conocer la nieve; ese era su mayor deseo en la vida.
Yo tampoco la conocía pero no lo anhelaba tanto como ella.

No... Fue culpa de esa estúpida beca. Si Seiren no hubiera tenido que aceptar esa beca... Nunca debimos venir a Japón, nos hubiéramos quedado en la casa de Australia, cerca de la playa. 

Es culpa de sus maestros, ellos la nominaron para la beca.

Ellos mataron a Seiren.

En ese momento los hilos que separaban la cordura de la locura, lo real de lo irreal, lo bueno de lo malo; ellos se rompieron. Mi mundo se vino abajo, me solté a llorar.

Seiren me esperaba ahí, sentada en la entrada del cielo, junto a un tipo de blanco que me cerró las puertas.

Lloré, lloré mucho aquel día, lloré hasta que no me quedaban motivos por los cuales llorar y el sonido de mis sollozos se volvió algo... Divertido.

Fuí a la morgue a reclamar el cuerpo de Seiren para darle un sepulcro digno de ella.

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Así fue como ‘terminó’ la historia de T/n en Japón.

“Pero cada final es un nuevo comienzo”.

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Se agradecen los votos y críticas constructivas ✿

Gracias por leer.

El Protector De Hanagaki       (TOKYO REVENGERS X TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora