Capítulo 25: Ryū

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Narrador Omnisciente.

22 de febrero del 2006.

—Bien... ¿Dónde estás?— mientras caminaba revisaba su teléfono para localizar a Ryū —¿El hospital?

La ubicación que Ryū siempre compartía con T/n era como un localizador en tiempo real, podía ver cuando y a donde se movía.
Pero era rara la vez en la que se encontraba en algún hospital, por lo cual, su cabeza se llenó de preocupaciones y posibles situaciones.

Corrió hasta el hospital que el teléfono le marcaba, aunque aún siguiera con su ropa manchada poco le importaban las miradas.

Necesitaba ver a su amigo.

Era perseguido por Emma, Mikey y Takemichi, no le interesaba la razón por la que lo siguieran.

Pasados diez minutos llegó al hospital, preguntó en la recepción para verificar que su amigo si se encontrara ahí.

—Si señorita, Ryū Kobayashi— puso sus manos sobre la recepción.

—Em...— tecleó algo en su computadora —Habitación doscientos treinta y siete. Segundo piso.

Corrió directo al elevador, subió solo, por alguna razón ya no los veía. Las puertas de metal se cerraron y el cosquilleo en su estómago se hizo presente; no acostumbraba mucho usar elevadores, él era más de escaleras.

—Oye Mickey— llamó el rubio teñido —Tenemos que ser más discretos.

—Ven, sube— el líder de la pandilla presionó un botón en el ascensor y las puertas se abrieron dejando ver su solitario interior.

Los tres rubios subieron hasta el segundo piso y trataron de ocultar su presencia detrás de las paredes y las plantas.

—¡Por tu culpa mi hijo está así!— la señora le había golpeado en el rostro.

El ojiazul agachó la cabeza en completa seriedad, si bien la bofetada le había hecho girar la cabeza, la había inclinado en señal de respeto haciendo que su cabello cubra los lados de su rostro.

—Cálmate, por favor— su esposo la tomó por los hombros.

—¡Tendrías que ser tú el que esté ahí y no mi hijo!

T/n se hincó ante los pies de la señora e hizo que su frente tocara el suelo.

—Señora, le juro que nada de esto quedará así— habló entre dientes.

El trío que observaba desde las sombras se quedó consternado, nunca habían visto al mayor pidiendo perdón de esa forma tan drástica. Mejor dicho, nunca lo habían visto pedir perdón.

—Lo lamento, señora, yo no pensé que algo así le pasaría— habló bajo.

—Ese es el problema con los delincuentes, nunca piensan en nadie más que en ellos mismos— derramó algunas lágrimas de coraje y tristeza para luego retirarse del hospital junto con su esposo.

—Pero los pandilleros no somos así— se quejó Mikey con voz baja.

A pesar de que los padres del pelinegro ya se habían ido, el ojiazul continuaba con la misma postura de redención hasta pasados los cinco minutos.

Emma lloraba silenciosa y discretamente, le dolía ver a su amigo de esa forma, todo por salvarla a ella. Siempre supo cuan valioso era T/n para ella, pero pero ahora lo veía con mucha más claridad.

Nuestro protagonista entró a la habitación en la que se encontraba el pelinegrl tendido en una camilla, con un respirador, varios aparatos conectados y múltiples vendajes y heridas por todo su cuerpo. Lo miraba con dolor; esto le había pasado por su culpa y él estaba consciente de lo riesgoso que era espiar al mundo de las pandillas.

El Protector De Hanagaki       (TOKYO REVENGERS X TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora