Capítulo 14: Regreso.

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Narrador Omnisciente.

20 de noviembre del 2005

—¡Oharaaa!— exclamó el ojiazul viendo a su amigo en la banqueta del lado contrario de la calle en la que él estaba.

—¡T/n!— llamó de igual forma corriendo a él con los brazos extendidos.

El mayor no corrió, sólo aceleró su caminar hasta encontrarse con el tacto de su mejor amigo.

—Te extrañé mucho— dijo el castaño —Te traje esto.

Sacó de su bolsa una pequeña pieza de joyería en una cajita.

—¿Qué es?— observó la caja aún cerrada y con un moñito.

—La vi y me acordé de ti— se rascó la nuca algo despreocupado.

—Gracias— lo miró a los ojos y luego abrió la caja encontrándose el par de aretes (Arracadas/aritos) brillantes de plata con pequeños brillitos de color rojo incrustados —Están hermosos.

Guardó la caja en su mochila y siguieron su camino, pero se tuvieron que separar porque el castaño iba a una escuela diferente y su amigo a otra.

—¿Nos vemos en la salida?— chocaron sus palmas a modo de despedida.

—Vale— dijo el peliblanco para luego ambos retirarse.

-_-_-_-_-_-_-

T/n.

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—Entonces, esta es la forma en la que se logra obtener este resultado.

¿Cómo es posible que haya sumado todo el abecedario y le diera -3?

Realmente las matemáticas no me molestan, sólo que me encanta quejarme. No terminaba de entender porque los demás se rostizaban las neuronas estudiando y tenían un promedio bajo, pero yo nunca estudiaba y siempre he tenido buenas notas.

—Resuelvan estos ejercicios— dejó el gis/tiza en el borde del pizarrón —Voy a la dirección.

Una vez que la maestra salió del salón me dediqué a contestar el trabajo. Todo iba bien, hasta que me llegó el olor del tabaco.

Volteé a la ventana en donde estaba un chico que tenía una raya en la ceja, estaba fumando un cigarrillo.

—¿Podrías apagar eso?— lo miré mal —Apesta.

—Que delicada la princesita— se burló.

Estaba algo estresado y no quería dialogar, así que me levante de mi escritorio en dirección al chico.

—Dije que lo apagaras— lo miré aún con calma.

Me soltó el humo en la cara.

—No— aprisionó de nuevo el filtro entre sus labios.

Tomé el cigarrillo entre mi dedo medio e indice, se lo saqué de la boca, tomé su mano y lo apagué en la misma.

—Gracias por apagarlo— le dí una sonrisa sarcástica.

Di media vuelta camino a mi escritorio, hasta que un tirón por el cabello me detuvo.

—¿Qué pasa, princesa?— me miró con burla —No te irás así como así.

—Ya lo estoy haciendo— me burlé con una sonrisa irónica.

Me soltó un golpe que por inercia me hizo voltear la cabeza, no borré mi sonrisa al regresar a verlo.

Levanté la pierna derecha para después dejarla caer con fuerza en su hombro. Al parecer si le afectó porque se tiró al suelo retorciéndose. Probablemente le haya dislocado el hombro, pero ni modo, él se lo buscó.

El Protector De Hanagaki       (TOKYO REVENGERS X TÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora