El Protector De Hanagaki (TOKYO REVENGERS X TÚ)

Capítulo 9: Paliza

9 de noviembre del 2005.

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T/n.

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6:57 a.m.

—Nada mejor que comenzar el día con una rutina de cuidado capilar, baby.— me hablé a mi mismo en el espejo.

Estoy que me muero pero tocará sobrevivir al tercer día de escuela.
Los días se me hacen cada vez más largos.

Pasé estos dos días investigando todo sobre las pandillas en Tokio para poder reintegrarme como hace cuatro años.
Descubrí que la pandilla dominante es Tenjiku en Yokohama, en Shibuya aún se disputa entre Tokyo Manji Gang y Valhalla (antiguo Moebius), en Roppongi; los Hermanos Haitani.
Y en otros territorios aún se mantienen libres de pandillas.

Vaya que ha cambiado todo, cuando me fui aún abundaban los Black Dragons. Ahora no encuentro noticias de ellos.

Fuera de eso, creo que todo tranquilo.

Cuando estaba caminando a la escuela recordé que había dejado el almuerzo en la mesa, por lo que tuve que pasar a comprar un almuerzo completo en una cafetería de camino.

Al llegar a la escuela me encontré con una bolita de chicos cerca de la entrada.

—Ese trasero es increíble— le dijo uno de los hombres a la chica en medio de ellos.

—¿Si te pido una foto me la pasas?— comentó otro de ellos en tono de burla.

—Es una fácil, obvio que te la va a pasar— afirmó el primero que había hablado.

—¡Paren!...— habló la chica pero al verse intimidada bajó su tono —Por favor...— susurró una súplica.

—¿Y si no quiero qué?— dijo burlón el que parecía el líder.

Estaba a punto de golpearla.

—Ella dijo que te detengas.

—¿Qué harás al respecto, princesita?— dijo burlón.

Tomé el brazo que estaba a punto de estampar contra la chica, lo atrapé con fuerza y lo apreté hasta que se quejó.

—Suéltame bastardo— masculló.

Sonó la campana para el comienzo de clases, desvié la mirada.

Solté bruscamente su brazo.

—Lárgate de aquí, y llévate a tus amiguitos— dije amenazante mientras tomaba por los hombros a aquella chica.

Sólo chasqueó la lengua y entró a la escuela susurrando maldiciones.

—¿Estás bien?— le pregunté a la chica manteniendo mi frialdad.

—Sí, gracias, no sé que hubiera pasado si usted no se hubiera interferido.— me abrazó —Muchas gracias.

—No es nada. Tengo que irme.

Al parecer la chica estaba de paso y no era parte del alumnado, porque no entró a la escuela, siguió de largo con algo de miedo en su ser.

Por mi parte, entré a la escuela y pasé otro de esos aburridos días.

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—Esta es la forma en como se identifica el país de una canción con sólo leer la letra— dijo la profesora mientras sostenía un libro —¿Alguna duda?

—¿Qué tiene que ver la literatura con los géneros musicales?— dijo uno de nuestros compañeros.

Tan predictivo...