Fama o hermandad (Itasasu) (Editando)

Capítulo 30: el traidor.

Hola!! Muchas gracias por esperar, por comentar en cada capítulo y más que nada, que les haya gustado.

Lamento mucho haber tardado tanto en escribir, acá les dejo el capítulo, al final les detallo más mis disculpas(?

Importante: Por favor, si notan algo raro en la historia háganmelo saber, hace un rato cuando estaba pasándola noté que una pequeña parte no se había pasado, y aunque le daba copiar y pegar, no me la ponía, tuve que escribirla a mano.

Gracias.  

Capítulo 30: el traidor.

La foto de Koharu Utatane, asesinada en su propia cama, seguía en el suelo.

Cuando Madara había dicho que había un traidor en esa habitación, todos se habían quedado callados, mirándose con desconfianza. Nadie se había atrevido a hablar, ni moverse.

Sasuke no había parado de mirar la fotografía como si fuera hipnótica, que ya de por si le daba repulsión, pensando en los pobres familiares de la mujer y en que estos al final no obtendrían el contrato que los salvaría de la ruina. A Sasuke eso último le daba igual, pero hervía de cólera al saber que Fugaku había destrozado nuevamente a una familia y que este seguía inmune.

No solo había matado a esa anciana, sino también los sueños de Sasuke, de Itachi y seguramente de todos en la sala... salvo de uno: del presunto traidor, si es que lo había. Y si así era, alguien de aquí le había pasado la información a Fugaku. Alguien los había traicionado y así los sueños de todos.

La furia rodeó a Sasuke como una marea violenta recorriéndole las venas al pensar que podría haber un traidor entre ellos, pero se contuvo; no iba a culpar a alguien sin pruebas.

—Tío —habló Sasuke, rompiendo el incomodo silencio; Obito y Madara, sus dos tíos, lo miraron y Sasuke aclaró mirando al mayor—. Madara, nosotros no teníamos celular, ni internet... nada con lo que comunicarnos. Tú mismo te has encargado de eso, entonces... ¿por qué culpas a alguien de nosotros?

—Es verdad —coincidió Shisui—. Además, hemos estado encerrados aquí por dos días. Nadie salió.

Madara se quedó un instante pensativo, era tan notorio que, al igual que todos, no sabía la respuesta.

—Jaime —dijo Madara luego de reflexionar, refiriéndose al agente del FBI rubio, el cual había traído la desagradable noticia—. Por favor, cuéntanos qué ha pasado.

El hombre, de piel curtida y rostro serio, se aclaró la garganta cubriendo con una mano su boca, y centelló un gordo anillo de oro en su dedo, uno que parecía bastante costoso.

—Dos días atrás, cuando Madara informó sobre el trato al director del FBI, pusimos custodia en la casa de Koharu Utatane y en la de sus hijos y nietos, en total teníamos cuatro hombres cada cinco casas que había; había dos agentes especiales que solo custodiaban desde un auto frente a las casas, mientras que dos paseaban por el vecindario de vez en cuando, para ver si había alguna sospecha. Durante esos días no hubo nada extraño, además que los Utatane tienen su propia custodia. Hoy, exactamente a las diez de la mañana, mataron a mis dos agentes que custodiaban a la anciana desde el automóvil.

>>Fue un francotirador porque la pericia dio que les disparó desde la casa vecina y fue solo un disparo certero a cada uno. Luego esperó diez minutos y mató a los otros dos agentes que iban caminando, sin siquiera poder acercarse al auto donde estaban muertos los otros agentes. Fue todo muy planeado para que supiera que había otros dos agentes, tal vez los vigilaba. Sospechamos que es un asesino a sueldo, alguien experto: posiblemente sea quien le disparó a Danzō Shimura en Rusia, aunque no estamos seguros.