Capítulo 32: El precio de la ambición

374 34 155
                                    


Capítulo 32: El precio de la ambición


Tic tac, tic tac.

Luego que Fugaku lo amenazara con la vida de Gaara y se fuera del balcón, Naruto se había quedado unos cuantos minutos afuera, apenas sintiendo el frío, y sí escuchando su corazón latir frenéticamente lleno de nervios. Luego, comprendiendo que, si no hacía algo pasarían cosas malas, había vuelto a entrar a la mansión donde se celebraba la fiesta, caminando rápidamente en busca de un policía para que lo ayudara.

Claro que en la fiesta no había policías, y aunque los hubiera, era estúpido pedir auxilio cuando Fugaku tenía cautivo a Gaara y podía lastimarlo. Y, por otro lado, dudaba que algún policía le creyera cuando Fugaku tenía un historial intachable.

Debía elegir entre Sasuke o Gaara.

Fugaku le había advertido que solo tenía una hora para que pensara si aceptaba el trabajo y si luego de esa hora, Naruto no iba nuevamente hacia el balcón para confirmarle a Fugaku, este mataría a Gaara.

Traicionar a su mejor amigo o traicionar al amor de su vida. Era un dilema, cualquiera de las dos opciones que eligiera, uno moriría.

Pensó en decírselo a su padre, pero ¿qué podría hacer Minato Namikaze? Lo único que lograría sería ponerlo en peligro y lo que menos quería era que le pasase algo. No, esto lo debía hacer solo, debía elegir la decisión más difícil de su vida.

Y tan nervioso que estaba, apenas se había dado cuenta que personas lo saludaban, y él pasaba de ellos a pasos agigantados. Creía que había recorrido la mansión unas cuatro veces mientras pensaba qué hacer.

Quería llorar, quería pedir ayuda, pero sabía que en nada servirían hacer las dos cosas. Sasuke le había advertido que esto era peligroso, y ahora comenzaba a entender un poco más a su amigo con su tema de no querer soltar más información. No comprendía cómo un padre podía hacerle eso a su propio hijo.

Se sentía tan nervioso que temía desmayarse aquí mismo, no sabía qué hacer. No era como si el mundo, ni su vida, lo hubieran preparado para algo así. Si tan solo pudiera contactar a Sasuke...

—Naruto.

Apenas había escuchado su nombre en boca de alguien más y fue solo hasta que le pusieron una mano en su hombro, que Naruto pestañeó ligeramente y alzó su cabeza.

Una anciana esbelta y muy erguida lo miraba. Su larga cabellera estaba atada tirantemente hacia atrás y su color era de un blanco gris por las canas, pero que Naruto sabía que en su juventud había sido tan rojo como el de su madre. Como todas las demás, iba vestida de etiqueta con un largo vestido blanco que le cubría todo su cuerpo y en su arrugado cuello sostenía un collar de oro con incrustaciones de diamantes.

Mito Uzumaki lo miraba de arriba abajo, como si le estuviese escaneando para ver si iba presentable. Naruto pensó que, si su madre hubiese vivido mucho, tal vez se hubiese parecido a ella cuando fuera más vieja, pero eso ya no pasaría.

Naruto tragó saliva, intentando encontrar su habla.

—Abuela...

—¿Por qué estás tan encorvado? Ponte derecho, con el mentón en alto, como un Uzumaki —ordenó su abuela con severidad, Naruto simplemente le hizo caso para no discutir—. Bien, así está mejor. Ahora ven conmigo, quiero presentarte ante posibles candidatas para que te comprometas.

—¿Compro... qué? —preguntó Naruto, olvidando un instante a Sasuke y Gaara.

—Comprometer, Naruto —explicó su abuela con exasperación—. Deidara fue un caso perdido, pero tú sé que no me defraudarás. El apellido Uzumaki viene de ancestros, no puede quedar en la deriva. Debes casarte con una mujer de alta alcurnia.

Fama o hermandad (Itasasu) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora