Capítulo 19: Un nuevo comienzo.

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Segunda parte.


Capítulo 19: Un nuevo comienzo.


—Son veinte rublos. ¿Quiere una bolsa?

La mujer asintió, llevándose su largo cabello rubio detrás de la oreja. Casi nunca iban mujeres muy bien vestidas al establecimiento de tienda abierto las veinticuatro horas, mucho menos a la madrugada. Llevaba un traje negro de piel de visón que caía en vestido, unas medias gruesas oscuras que torneaban sus piernas largas, con unas botas de cuero con tacones altos y lustrosos, que reflejaban la luz de los tubos largos de la tienda. Sus ojos grandes y verdes parecían observarlo, divertida y coqueta.

Le entregó la bolsa cuando ella le dio el dinero: cien rublos. No entendía cómo las personas casi nunca llevaban cambio, como si ellos fueran una empresa de dar cambio. Al comprobar si no eran falsos, abrió la caja registradora y empezó a contar para darle el vuelto.

—Ochenta, muchas gracias.

La mujer le sonrió y se inclinó hacia el mostrador de vidrio repleto de dulces, haciendo que su tapado se abriera y mostrara una blusa ajustada con unos pechos grandes y firmes. Se preguntó si no tendría frío, afuera nevaba.

—Gracias... —sus ojos se fijaron en el lado derecho del pecho del muchacho, donde además de tener el uniforme del establecimiento, llevaba su nombre pegado en calcomanía—, Sasuke. Lindo nombre, podrías ser modelo, eh. Solo sonríe más.

La mujer le dedicó una última sonrisa y salió caminando con elegancia hacia las puertas corredizas que pitaron cuando se abrieron, dejando entrar una ráfaga fría, como si del otro lado hiciera una temperatura extremadamente larga, en realidad, así era.

Sasuke soltó un resoplido, reclinándose en su taburete. ¿Le había coqueteado? Eso parecía. Miró hacia los enormes ventanales de la tienda, donde la noche predominaba bajo pequeños faroles que daban al estacionamiento. El auto de la mujer se quedó un momento ahí, con sus luces prendidas y luego se marchó.

Sasuke se preguntó si lo había reconocido, aunque no creía que del otro lado del mundo su imagen se hiciera muy pública, y quitándole importancia, salió del mostrador hacia las cuatro estanterías que iban verticalmente (todo para que se pudiera fijar que nadie robara nada) para ordenar un pedido que había llegado hoy en la tarde, como en la noche no llegaban muchos clientes tenía que hacerlo él.

Al abrir la caja, se encontró con lo que esperaba; papas fritas dietéticas por un lado, papas fritas con sal y pimienta por el otro. Sasuke siempre había detestado los snacks con mucha grasa. Las empezó a depositar con aburrimiento sobre el estante de los snacks mientras tarareaba una canción que había inventado en su cabeza.

Afuera, el viento azotaba los ventanales transparentes como si de plástico se tratara. Decían que hoy habría una fuerte ventisca de nieve y se pedía que no salieran si no era necesario. Sasuke esperaba que cuando saliera de su turno, esa ventisca no apareciera, aunque como tenía mala suerte con el tiempo, seguramente le pasaría.

Las puertas se volvieron a abrir y Sasuke —que ya había terminado de ordenar todo, de atender a dos hombres medio ebrios y a una muchacha que al parecer estaba drogada—, asomó su cabeza para ver de quién se trataba, aunque siendo las cinco y diez pasadas de la madrugada, sabía quién era.

El muchacho que entró se quitó sus tres camperas y chaleco dejándolas arriba del mostrador mientras se frotaba las manos aun enguantadas. Su cabello era tan blanco que parecía nieve, y su rostro pálido, estaba rojo por el frío.

Fama o hermandad (Itasasu) (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora