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Izuku desde que tiene memoria había sido criado en un orfanato.
Un infierno. Había aprendido a sobrevivir con todo lo que sucedía.
Eri y Mahoro, unas niñas dos años mayores que él, siempre lo molestaban. Lo hacían tropezar, caer, y siempre lo molestaban.
Le jalaban el cabello, la ropa, las mejillas. Y las maestras siempre estaban del lado de ellas.
Añadido del molesto Tenko, era todo un reto llegar hasta la noche sin ser golpeado.
Tenko era un niño también dos años mayor, pero él siempre le obligaba a darle besos, lo encerraba en armarios y rompía sus cosas.
"- ¡Nunca van a adoptarte, maldito error! -"
Esa frase le había quedado prendada en la cabeza, siempre lo pensaba.
Lo único que aún conservaba intacto era un peluche de conejo blanco y pequeño, que se lo había regalado su abuelo. El pequeño Izuku no se despegaba de él, y prefería ser golpeado a que lastimaran al peluche.
Como todos los miércoles, todos los niños del orfanato estaban en la sala de estar, que había de todo.
Juguetes, libros, cuadernos, almohadas, pinturas, de todo para que los niños mostraran sus habilidades a los adultos que los venían a ver para adoptar.
Izuku como siempre, fue hasta una esquina para jugar con su conejo. Sabía que nadie lo querría adoptar así que no se preocupaba en mostrar nada.
Eri por otro lado, si que estaba inquieta, dando piruetas y mostrando que tan enérgica era. A los adultos les encantaba la niña, pero ella ya iba a ser adoptada por un héroe, el héroe Erased Head.
- Hey, ¿como te llamas? - El mayor le tocó el hombro al pequeño de no más de seis años. Este se sobresaltó al tacto y volteó enseguida.
- I..Izuku M-Midoriya.. - Susurró y se volteó de nuevo.
- Oye, ¿algún adulto ya quiere adoptarte? - Preguntó con esperanza el azabache.
- No.. Nadie quiere.. - Shōta ayudó a pararse al pecoso, para tomarle la mano y llevarlo a la recepción.
- Hola, quiero adoptar también a Izuku Midoriya. - Dijo.
¿Había escuchado bien? ¿Lo iban a adoptar?
- Claro que si señor Aizawa-San. ¡Izuku ve a buscar tus cosas! ¡Ya te vas! - Izuku asintió y fue hasta su parte del armario para sacar tres conjuntos de ropa y ponerlos en la mochila, tenía muy pocas cosas.
Y así se fueron al auto, Izuku entró y vió a su peor pesadilla, Eri también estaba sentada allí.
- ¿Ah? ¡Qué hace este aquí! - Shōta sabía que Eri era caprichosa, pero no entendió esa conducta con el prácticamente ángel de Izuku.
