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Izuku de despertó igual que todos los días. Con los fuertes brazos de su Alfa rodeándole su cintura.
Primero quitó el cabello despeinado de la frente de la mujer y le dió un pequeño beso en la frente de su Alfa.
— Chako, amor. Es hora de levantarse. — Avisó el dulce Omega. La chica sólo gruñó y apretó más su agarre, negándose rotundamente.
— Quedémonos acostados.. ¿Sí, Zuzu? Ándale.. — Preguntó adormilada. Izuku cómo pudo se liberó del agarre de la Alfa, levantándose de la cama en el acto.
Primero fue al baño a lavarse los dientes y se puso una sudadera que le pertenecía a Ochako, que le cubría toda su camiseta dejando a la vista sus piernas.
Fue hasta la cocina y cogió los ingredientes que iba a necesitar para cocinar el desayuno.
Sabía que su Alfa amaba los pancakes que hacía e Izuku quería consentirla un poco.
Una vez listos les agregó miel y frutas. Colocó la mesa. — ¡Amor, si no vienes en cinco minutos me voy a tener que comer tus pancakes! — Se escucharon unos pasos rápidos, y Ochako ya estaba en la mesa.
Fue hasta su Omega donde le dió un beso en sus pomposos labios, tuvo que agacharse por la pequeña, casi nula, altura de Izuku.
— ¿Sí hay desayuno para mí? — Preguntó apoyada en el hueco que forma el cuello y el hombro del Omega. Su cabello despeinado le hacía cosquillas al cuello del pecoso.
— Sí, jajaja.. Sí hay, vete a sentar ya los llevo. — Tomó ambos platos y se sentó, dándole el suyo a la Alfa.
Ambos comieron, luego de unos quince minutos los platos ya estaban vacíos. Ochako dejó los trastes en el fregadero.
La Alfa se fue a duchar y a preparar para el día. Izuku en cambio se puso su delantal de cocina y comenzó a cocinar el almuerzo para la mujer.
Era una ensalada de lechuga con maíz, tomate, atún, un poco de semillas y dos huevos hervidos, junto con un tupper donde había una base de arroz y dos piezas de pollo con aderezo. Y de postre una rebanada de pastel casero que el Omega había hecho la noche anterior.
Empacó todo en la lonchera de flores de la Alfa. Esta ya había salido de la ducha y ya estaba vestida con su traje de heroína.
— Ya me voy, cielo. Te veo en la noche, ¿Sí, precioso? — Dió un beso largo y salió por la puerta no sin antes agarrar las llaves del coche.
Izuku quedó embobado con el beso que le dió la mujer. Hasta que recordó algo.
¡El almuerzo!
No podía permitirse que su Alfa comiera comida de la calle, podía enfermarse del estómago. O peor aún, ¡podría no comer nada!
Eso no lo iba a permitir. Fue hasta el baño y tomó una ducha rápida. Se lavó el cabello y se lo secó, no completamente porque si no iba a parecer una esponja.
