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— ¡Mamá! ¡Ya llegué! —Kuro llegó de la secundaria. Entró tirando su mochila a cualquier parte de la sala de estar, escuchando los pequeños pasos que venían de la cocina.
— ¡Kuro! —Izuku llegó a la entrada, abrazó con amor a su pequeño bebé que ya no era tan pequeño.
Kuro había crecido, contando con dieciséis años. Era bastante alto, su madre le llegaba al pecho así que lo tenía que mirar para abajo. Izuku era un omega muy tierno. Kuro tenía músculos por el entrenamiento que llevaba con su padre.
— Hola mamá. —abrazó a su progenitor. — ¿Kaito no está detrás tuyo como un perro? —preguntó el alfa joven refiriéndose a su hermano menor, un alfa de siete años bastante sobreprotector con su mamá. Kaito iba detrás de Izuku todo el día y Kuro se burlaba de eso siempre.
Kaito era adoptado, Izuku y Katsuki lo adoptaron cuando tenía cuatro años y Kuro tenía doce. Izuku deseaba otro hijo para compartir su amor y Katsuki le cumplió su deseo.
— No, hoy tiene fútbol y karate. Ya sabes, tengo que hacerlo gastar energía. —rió el adulto.
— ¿Y el viejo? —preguntó por su padre.
— Kacchan fue con Kirishima-kun a ver camionetas, ya sabes como tu padre ama los autos.
— Joder, si que lo sé. —a Kuro también le fascinaban los autos, Katsuki le había prometido que si pasaba el año con el mejor promedio de la escuela le compraría el auto que quisiera. — Estoy feliz por el trato, solo espero que no compre alguna mierda ridícula como la otra vez.
Izuku sonrió, recordando la última vez que Katsuki había vuelto a casa con un auto que parecía más una máquina de guerra que un vehículo familiar.
— No te preocupes, estoy seguro de que esta vez tendrá buen gusto. —dijo Izuku, mientras preparaba un bocadillo para su hijo, mientras hacía la comida para toda su familia. — Además, es tu oportunidad de enseñarle a Kaito sobre autos, sabes que él te toma como ejemplo.
Kuro se sentó en la mesa. — Ese enano.. siempre me molesta cuando intento estudiar. Deberíamos jugar a las luchas para poder enseñarle quien es su hermano mayor.
— Solo no vayas a golpearlo muy fuerte, la otra vez le dejaste un moretón. —regañó levemente mientras le daba el bocadillo a su hijo y seguía cocinando.
— Así jugamos los alfas mamá, recuerda como el viejo me tiraba contra el sofá y yo solo me reía diciendo que lo hiciera de nuevo. —sonrió al pensar en ese recuerdo. — Por cierto, mamá. —Izuku lo miró. — ¿Pueden venir Ren, Yudai y Haku a pasar la noche en casa?
— Claro amor, solo no hagan mucho ruido en la madrugada o Kacchan los irá a regañar. —advirtió.
— Gracias mamá. —Kuro abrazó a Izuku, este le correspondió.
