•Brillo en sus ojos. 「TodoDeku」

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Izuku caminaba por las calles de Musutafu abrazándose a si mismo tratando de mitigar el frío del ambiente

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Izuku caminaba por las calles de Musutafu abrazándose a si mismo tratando de mitigar el frío del ambiente. Traía puesta solo una gran camiseta y su ropa interior negra. Estaba sin zapatos caminando por la nieve.

Sus padres, Inko y Hisashi, lo habían llevado hasta allí con la promesa de que le comprarían por primera vez un muffin. Estaba tan emocionado.

Pero lo dejaron a su suerte en el extenso terreno de Musutafu, siendo que el era originario de Osaka.

Caminaba sin rumbo tratando de encontrar algún lugar más caliente que las frías calles con copos de nieve cayendo sobre él. Sus gruesos labios estaban casi azules y en sus grandes ojos tenían lágrimas empapando sus pestañas.

— Hola pequeño. — Un señor de cabello de dos colores se apoyó en sus rodillas para estar a su altura y aún así era mucho más alto que el. — ¿Estás perdido? — Preguntó acariciando su mejilla.

— N-no.. M-mamá y pa-papá.. me d-dejaron a-aquí.. — Explicó sobando sus manos en sus brazos tratando de entrar en calor.

— Bien.. Tienes frío, ¿no? Ponte esto. — El chico se sacó su chaqueta y se la puso al niño. La prenda le cubrió hasta un poco más de las rodillas. Para tratar de mantenerlo en calor, el señor abrochó los botones y le puso el gorro al pequeño.

— G-Gracias s-señor.. — Dijo con una sonrisa temblorosa.

— Bueno, como tus padres no están, ven conmigo. No te puedo dejar aquí siendo que hacen unos diez grados. — Izuku lo miró con sus ojos verdes y asintió. Lo que no esperó fue el que el señor lo tomara en brazos para ir a su hogar.

Al llegar, los ojos del pecoso se iluminaron. Jamás había visto una casa de tal tamaño. Su hogar era tal vez del tamaño de la fuente que había en medio del patio.

— ¡Su casa es tan grande, señor Todoroki! — Gritó con una sonrisa el pequeño. En el camino a la mansión había descubierto como era un auto por dentro. También conoció al hombre que lo había hospedado.

Se llamaba Shōto Todoroki, tenía dieciocho años y sus padres vivían en China. Era millonario por las empresas de sus padres y las suyas propias.

Y bueno, Izuku también le contó sobre su vida. Tenía ocho años, sus padres eran unos borrachos, nunca había ido a la escuela por lo cual no sabía leer ni escribir.

— Son las seis de la tarde. ¿Has comido algo, Izuku? — Preguntó el mayor con el pequeño sentado en su regazo, en la gran sala de estar.

— No.. Como cada dos días. — Dijo con un tono triste.

Shōto se sorprendió ante eso. Se enojó con los padres de Izuku, ahora entendía porque a pesar de tener diez años el peliverde parecía de unos cinco o seis.

— Bien.. Comamos algo, ¿sí? — De una mesita de mármol donde había una lámpara, sacó una caja cara de bombones los cuales puso en el sillón sin miedo a ensuciarlo. — Abre la boca, Izu. — Dijo mientras dirigía un bombón a la boca de Izuku.

El pequeño abrió su boquita y sus ojitos brillaron nuevamente al probar por primera vez el sabor del chocolate.

— ¡Qué rico! — Dijo con toda su boca manchada de chocolate. Shōto sonrió, ese chiquillo le iba a alegrar sus días.

● ● ●

— ¡Roki! ¿Me compras eso? — Preguntó señalando una vitrina donde habían unos lápices de colores.

— Claro, entremos. — Dijo con una sonrisa acompañando al menor quien últimamente dibujaba mucho, tal vez había encontrado un nuevo hobbie.

Llevaba un año con la custodia legal del menor, y tres años desde que lo encontró. Hubiera sido bastante difícil conseguir la tutoría de Izuku, pero nada que con dinero debajo de la mesa no se pueda arreglar.

Izuku iba a la mejor escuela de Japón donde iba en cursos avanzados, era muy inteligente. No se imaginaba como habría explotado su talento si hubiera ido a la escuela cuando debía comenzar el sistema escolarizado.

— Y eso también. — Señaló otras cosas a las cuales Shōto solo asentía. Amaba consentir a Izuku. Este se había vuelto algo mimado pero eso no le quitaba la ternura e inocencia que emanaba.

— Llévalo. — Dió su permiso. Terminaron comprando muchas más cosas pero eso al bicolor realmente no le importa gastar millones al mes en el pecoso.

Sin duda ese chiquitín le había alegrado su amargada vida con sus caprichos y berrinches.

Sin duda ese chiquitín le había alegrado su amargada vida con sus caprichos y berrinches

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Hace mucho no actualizaba esta historia, perdí un poco el hilo, jajja.

Mañana tengo un torneo de vóleibol, deseenme suerte porfis.

•10/11/23.

Consentido. || DekuBowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora