Un Amor Por Contrato [Chanmin]

SEI

Seungmin.

El día de la boda finalmente había llegado y yo no podía estar más nervioso y asustado que como lo estoy ahora.

Mis manos tiemblan, mi respiración es irregular, siento ganas de llorar y mi olor es tan inestable que a mí mismo me produce ganas de vomitar.

Toda la bendita mañana he estado encerrado en el salón este para que me arreglen y manejen mi adolorido cuerpo al antojo de los omegas y betas que están conmigo, no he comido nada en todo el día y no sé nada de lo que ocurre allá afuera; ocasionando que todo eso estalle en una burbuja de desesperación y ansiedad que no me dejan respirar con normalidad.

Me senté en uno de los tantos sillones que hay por todo el lugar y puse en práctica los ejercicios de respiración que mi maestro me había enseñado hace dos días en la clase de física y en la cual me alteré porque un ejercicio no me daba el resultado que era. Pero no, ahora mismo no me funcionó. Necesitaba salir, tomar aire fresco o arrancarme el apretado traje que se señía a mi cuerpo, magullando las heridas que ya habían comenzado a sanar correctamente y prohibiendo el paso del oxígeno a mis pulmones por culpa del corset “especial” que mi padre había decidido que usara esta tarde. La verdad, lo único que tenía de especial es que era dos tallas más pequeños que los corset que acostumbrado a utilizar, por lo que incluso respirar es casi imposible.

Mi lobo, por otro lado, está igual de ansioso y asustado que yo. Rasguña y corre por todo mi pecho pidiendo salir, correr y escapar lejos de todo, descansar el tiempo necesario para luego regresar con más fuerza a enfrentar todo lo que nos caerá encima dentro de pocos minutos gracias a la boda que se llevará a cabo y en la que no me sentiré para nada cómodo porque a todos los invitados los he visto cuando mucho, dos veces en mi vida y no tengo amigos, además de Jeongin, para pasar el rato y reírme con ellos mientras la recepción es llevada a cabo.

Estoy perdido.

—¿Para qué es eso?— pregunté cuando papá llegó a mí con una tela blanca sujetada entre sus manos.

—Esto, cariño, es para adornar tu cuello— comenzó a explicar mientras rodeaba mi cuello con la suave tela, parecía seda—, así se demuestra a los demás, y a tu alfa, que aún no perteneces a nadie y que serás completamente suyo de por vida— terminó el lazo y me miré en el espejo, confundido.

¿Por qué un simple lazo en el cuello importa tanto? ¿No es suficiente con que sólo vean mi cuello sin una marca en él? ¿Por qué tanto protocolo? ¿Y qué si ya hubiera sido marcado por otro alfa y me obligaran a casarme con este? ¿Se detendría acaso la ceremonia? La respuesta es simple: No. No porque todas estas personas son tan estúpidas que se dejan llevar por los prejuicios y clases sociales, porque importa más lo que piense y diga el público a lo que pienses y digas tú mismo.

Simplemente, la sociedad está tan destruida y es tan arcaica, que importa más el estúpido “qué dirán” a tu propia felicidad.

Pero ese solo es un pensamiento mío, no algo que pueda expresar sin sufrir un severo castigo que me dejará incluso sin caminar, así que es algo sin importancia.

—Está bien— le sonreí a papá por medio del espejo y él asintió, conforme.

—¿Estás listo?— entró padre y asentí, sin mirarlo a los ojos porque tenía miedo de que en cualquier momento me propinara una paliza como la de hace una semana.

—Entonces es hora de irnos— celebró papá y una falsa sonrisa surgió en mis labios, luego asentí y caminé cuando ellos salieron primero.

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Christopher.

¿Qué sentido tiene el matrimonio? ¿Amarrarse a una persona solo por “amor”? ¿Eso siquiera existe?