1. Chico misterioso.

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Aquel día tenía uno de los exámenes más importantes del trimestre, estaba muy preparada, los alumnos le tienen miedo a ese tipo de pruebas, yo las encuentro muy divertidas e interesantes, me gusta estudiar que queréis que os diga y aunque no lo haya tenido siempre fácil, se me daba bien.

Cuando llegué a clase ya veía a algunas personas rascando sus cabezas con intensidad a causa del estrés, con unas ojeras más grandes que agujeros negros y con lo que tenía pinta de ser su decimosexto café.

Me senté en mi pupitre y a mi lado tenía a un chico que dormía recostando sus brazos y su cabeza en la mesa. Llevaba una chaqueta de cuero, y toda su ropa era de color negro, me pareció algo cómico.

Tenía algún que otro lunar en la cara, el pelo lacio y negro, pero lo tenía muy alborotado, sonreí al pensar que seguramente no había tenido tiempo para peinarse esa mañana. Sus manos eran grandes y bonitas y las adornaba con anillos en los dedos.

Soy muy observadora cuando algo me interesa de verdad.

<<Ya, que casualidad que ahora eres observadora cuando se te presenta un Brad Pitt delante de tus narices.>>

Silencio.

Se levantó bruscamente e intenté disimular el respingón que acababa de dar, la vergüenza se apoderó de mi y de todo el color de mi rostro al darme cuenta de que llevaba ya varios minutos mirándole fija y detenidamente.

La profesora entró por la puerta y como siempre dio órdenes para que nos preparásemos.

—¿Te sobra algún bolígrafo?

Una voz masculina a mi lado habló, giré mi cabeza y vi que el chico misterioso me estaba mirando atentamente, tenía unos ojos azules hermosos, pero sin ningún tipo de brillo en ellos, era como observar un océano de noche, sin que el sol lo iluminara y su cara pedía a gritos unas horas más de sueño

Estaba completamente paralizada, solo me había pedido un bolígrafo, tenía que dárselo y seguir con mi vida, el problema estaba en hablar con alguien que no conociera, se me cortaba la voz y la mente se me bloqueaba, lo sé, suena extraño, de blandengue, cobarde e incluso infantil, me lo han dicho muchas veces, pero no podía hacer nada si aquellos pensamientos eran mucho más fuertes que yo.

Sin mirarle le extendí un bolígrafo de color negro, pegaba con su ropa y en sí con él.

—¡Gracias!

Me dedicó la sonrisa más bonita que había visto nunca y centró toda su atención en su examen, frunciendo de una manera tierna el ceño.

Fui de las primeras en acabarlo y me quedé en mi pupitre leyendo hasta que la clase terminó.

Cuando sonó el timbre me giré hacia él para pedirle que me devolviera lo prestado, pero se levantó y se fue, mi voz desapareció cuando fui a pararle.

Tranquila Lili, tranquila, es solo un bolígrafo, en casa tenía tropecientos y si no, le podía robar uno a mi hermana.

Salí del aula y mi mejor amiga Leila estaba esperándome en la puerta.

—¿Cómo te ha ido el examen? Aunque no me hace falta preguntar por qué seguro que has sacado un sobresaliente. Como siempre.

—Aún no nos han dado los resultados, yo creo que me ha ido bien, aunque al final del examen me han robado.

Me miró con estupefacción y exagerando como siempre hacía.

—¿Cómo que te han robado?

Le conté todo lo que había pasado con el chico misterioso, lo llamaba así porque no sabía su nombre y me parecía divertido.

Inefable Libro uno (concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora