24. Cumpleañera y buscadora de perros.

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Estaba yendo a casa de Flynn para celebrar mi cumpleaños, habíamos vuelto hacia unos días de nuestra visita a casa de la abuela Mery.

Un alboroto proveniente de la casa de mi vecino, causalmente a la que me dirigía me sacó de mis pensamientos.

Incluso desde el jardín delantero se escuchaban sus gritos.

No podía dejar a aquellos cuatro solos nunca, fue entrar por la puerta y tener que agacharme para que no me estamparan una magdalena en la cara, Jake y Leila corrían por el salón y utilizaban de escudo los cojines del sofá, mientras Kate se reía a carcajadas encima de la encimera de la cocina.

—¡Os he dicho que las magdalenas son para Lili par de idiotas!

Caminé hacia ellos enfadada, me crucé de brazos y todo se quedó en silencio, nada más hacer notar mi presencia, sus caras de alegría y por parte de Flynn de enfado, se convirtieron en pánico, corrieron los tres como si les fuera la vida en ello y se arrodillaron delante de mí.

—Es que cuando no estoy se os va la cabeza a un nivel descomunal, el otro día cogisteis los tres el coche, dejándonos a Kate y a mi solas en casa, de madrugada a demás, y os fuisteis a una juguetería porque queríais espadas de plástico.

—En mi defensa.

Mi futuro novio habló.

—Estaba cocinando y ellos se lo empezaron a comer todo.

Los señaló con el dedo y mis dos amigos le miraron como si hubiera roto una promesa de lealtad.

—Lo siento Lili, tienes toda la razón, sin ti probablemente estaríamos muertos en medio de un campo de girasoles.

Les sonreí, había conseguido exactamente lo que buscaba, quedarme con ellos.

—No sé por qué os habéis agachado, levantaros que es mi cumpleaños y quiero pasármelo bien con mis amigos, pero recoged todas las magdalenas.

—¿Qué magdalenas?

Flynn miró por todo el salón y cuando se percató de que sus preciosas magdalenas estaban aplastadas por todo el salón, por su culpa en realidad, quiso tirarse a estrangular a Jake y a Leila, tuve que pararle antes de pasar mi cumpleaños en el hospital.

Por suerte, Flynn preparó dos bandejas con magdalenas y pudimos alimentar bien a Jake y a Leila sin que se convirtiesen en Gremlins.

—Joder, Lili me había dicho que cocinabas bien, pero no me imaginé que tanto.

Flynn sonrió orgulloso.

—Me alegro de que Lili vaya presumiendo de mis dotes culinarios.

Mientras comíamos, mis amigos decidieron ponerse a hablar de momentos vergonzosos que Lilith Harper había protagonizado, los que más me asustaban eran Flynn y Leila, pues por suerte o desgracia me conocían cómo la palma de sus manos.

—Tengo una buena, cuando éramos pequeñas, se enamoró de Rayo McQueen, y gracias a eso le compraron un peluche de él, lo raro fue cuando organizamos una boda enorme para que se casase con el peluche, incluso los gatos callejeros asistieron.

Todos siguieron riéndose de mis bonitas anécdotas mientras yo me moría de vergüenza.

Flynn acercó su cabeza a mi oído.

—¿Debería ponerme celoso del peluche de un dibujo animado?

—Pues estaba muy enamorada.

Los dos reímos y agarré fuerte su mano.

—Yo también tengo una.

—¡Jake no cuentes esa!

El rubio encaró una ceja antes de sacarme en forma de burla su lengua.

Inefable Libro uno (concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora