17. Sin ti, seguiría teniendo miedo.

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Me desperté en el hospital, no sabía qué había pasado, no sabía por qué estaba allí, ni por qué mi hermana y mi madre llamaban gritando a los médicos mientras lloraban, varios de ellos vinieron a hacerme preguntas obvias que ya sabía, pero ninguno de ellos me daba las respuestas que pedía, la evitaban al igual que mi familia.

Cuando se fueron, mi madre me dio un beso en la frente mientras me acariciaba la cara, estaba demacrada, jamás había visto a mi madre tan pálida, con tantas ojeras y los ojos rojos e hinchados.

¿Había estado llorando?

—Mamá, ¿Dónde está papá?

—Tuviste un accidente de coche, cariño, ibas a ir con papá al cine, pero antes de llegar un coche se salió de la carretera y chocasteis.

—Mamá, ¿Dónde está papá?

Solo podía preguntar eso, mi cabeza quería decir e incluso gritar muchas más cosas, quejarme del horrible dolor que sentía por todo el cuerpo y sobre todo en la cabeza, que la tenía vendada por alguna razón que desconocía, pero mi boca no obedecía.

Mi hermana empezó a llorar ¿Por qué estaba llorando?

—Tu padre... No ha sobrevivido mi amor.

Mi cuerpo enteró volvió a paralizarse, no me creía lo que mi madre me estaba diciendo, seguro que era una de las muchas bromas que mi padre hacía, él no podía morir así, no por mi culpa, no había muerto.

Era imposible.

—Papá no ha muerto, mamá, estaba conmigo hace unos minutos.

Mi voz empezó a quebrarse y un mar de lágrimas brotaron de mis ojos seguidos de un abrazo por parte de mi madre.

—Lo siento mucho Lili, hija, lo siento muchísimo.

Solté un grito de agonía mientras me atragantaba con mis propias lágrimas, me deshice de todos los claves que me ataban y salí de la habitación mientras mi madre y mi hermana me gritaban que volviera, iba a buscar a mi padre, él no había muerto, yo sabía que solo me estaba tomando el pelo como siempre hacía.

—Papá, ¿Papá dónde estás? Esta broma no me gusta, por favor sal de donde estés, no puedes haber muerto.

La gente me miraba preocupada y triste, no podía casi ni hablar del dolor inmenso que sentía en el pecho, unos médicos me ayudaron a volver a mi habitación y hablaron conmigo.

—Lilith, tu padre no sobrevivió al accidente, llevas en coma tres días, cuando os encontramos pensábamos que los dos no habíais sobrevivido, pero por suerte tú aún seguías con vida, tu familia sabía que pronto despertarías y menos mal que ha sido así.

Yo no decía nada, no podía mirar a nadie, no podía escuchar, solo sentía pena, una pena que no podré describir nunca, mi mejor amigo se había ido, se había ido por mi culpa, por ser una completa idiota.

No entendía nada, lo tenía todo descontrolado ¿Por qué me dejó sola? La única persona que me comprendía siempre se había ido, estaba sola.

Leila y su familia vinieron a verme, no los miré en toda la hora, solo escuchaba a Leila llorarme, pero no sabía por qué lloraba.

Mi padre no había muerto...

Me volví a despertar de esa horrible pesadilla que llevaba persiguiéndome durante toda la semana, no había podido pegar ojo desde hacía días, estaba muy cansada y para colmo llevaba sin ir al instituto cuatro días, evitando llamadas y mensajes de mis amigos, sintiéndome también fatal por ello.

Inefable Libro uno (concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora