12. Una dulce y agria navidad.

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Era por fin noche buena, mi familia estaba en casa de Flynn, celebraríamos la navidad juntos después de que mi mejor amigo y yo lo suplicáramos unas mil veces.

Ahora jugaba con él a un videojuego de batallas que le habían regalado su abuela, supuestamente tendría que haber abierto el juego por la noche, pero el niño no podía esperarse un minuto más, eso sí, era potencial e inimaginablemente malo jugando, le estaba ganando por goleada.

Se tiró encima de mí para distraerme, pero levanté mis brazos para seguir manejando el mando por los aires.

—¡He ganado!

Me puse a celebrar mi victoria mientras él me sonreía y ponía los ojos en blanco.

—En mi vida admitiré que soy malo, siempre diré que tú haces trampas y esto no acaba aquí, guerrera bellota, la venganza está en camino.

—Y la estaré esperando con ansias guerrero zanahoria.

Guerrera bellota y guerrero zanahoria eran los apodos que habíamos puesto a nuestros personajes.

<< ¿No había de más bonitos que ponerse de nombre un fruto seco y un vegetal?>>

—Me voy a casa a cambiarme, que ya está anocheciendo y no quiero que mi madre enloquezca por que se nos echa el tiempo encima.

Se despidió de mí en la puerta y fui dando saltos a mi casa por lo feliz que estaba, le había comprado de regalo un libro de repostería que quería desde hacía mucho.

<<Lo vio contigo la semana pasada en una librería y te dijo que le parecía interesante.>>

Eso es mucho tiempo para mí.

También había cosido y bordado un delantal para que dejara de mancharse cuando cocinara, el delantal tenía bordado el primer dibujo que le hice a él con un delantal rosita y una espátula.

Voila mi originalidad.

Nada más entrar en casa vi a mi madre en el sofá, con un pañuelo en la mano derecha y una foto de mi padre en la izquierda.

Me acerqué a ella preocupada y se secó las lágrimas cuando notó mi presencia.

—Lili, cielo ¿Vienes a prepararte?

Asentí y me senté a su lado, mientras la agarraba de la mano.

—Esta era su época preferida, bueno tú lo sabías más que nadie, te encantaba ir con él a la feria de navidad.

—Si, siempre volvíamos con algún regalo y tú te enfadabas, pero te lo compensaba preparando chocolate caliente para las tres.

Soltó una risotada que me puso feliz otra vez, yo podría haberlo pasado extremadamente mal por culpa de la muerte de mi padre, pero mi madre también pasó su parte cuando pensaba que nos había perdido a los dos y eso en el fondo a mí también me afectó por un tiempo.

—Seguro que ahora se está riendo de ti por llorar en fiestas.

—Es probable.

Sus ojos se achinaron al sonreírme y nos abrazamos con fuerza, nunca había tenido con ella lo que tuve con mi padre, pero eso no significaba que tuviese mala relación con mi madre, era todo lo contrario, habíamos intentado forjar más confianza tras su muerte y había funcionado, poco, pero algo habíamos conseguido.

—Anda, ves a cambiarte que se te hará tarde.

Desde las escaleras, la vi sonriendo mientras miraba aquella fotografía y sentí otra vez un vacío en mi pecho que odiaba.

Inefable Libro uno (concluida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora