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Sus manos vagaban por la piel desnuda del menor, dejando un rastro de caricias ardientes. Suaves gemidos eran escuchados por sus oídos y húmedos besos eran dados en su cuello. Haciéndole gemir.

Sentía como si estuviera en las profundidades del infierno, su cuerpo ardiendo a cada embestida que empujaba. Era su paraíso.

- Pete-e

Aquel suave jadeo que escapó de sus labios lo hizo despertar de golpe.

- Maldición - Gruñó sintiendo su entrepierna adolorida.

Cerró sus ojos sintiendo como los últimos rastros de sueño se iban, tal y como sentía como se iba su dignidad.

Era ya la tercera noche que uno de los muchos recuerdos de sus noches pasionales se colaban en su sueño.

Y aunque fuera algo vergonzoso que a su edad tuviera sueños húmedos, admitía que en cierto modo le gustaban esos recuerdos.

La tensión sexual lo estaba matando.

Acomodando su pijama en un intento de ocultar su erección, salió de su habitación en busca de su progenitora y su hijo.

Su ceño se frunció a cada paso que daba. Todo estaba demasiado silencioso, y eso no era normal. No cuando su padre estaba de visita.

Tomo una nota dejada estratégicamente en la isla de la cocina y sonrió un tanto aliviado.

"Salí con Venice a hacer algunas compras, volveremos a la hora del almuerzo.

Tu desayuno está en el microondas

Papá"

Dejando la nota nuevamente sobre la isla, se dirigió al microondas en busca de su desayuno.

Netflix y la comida de su madre sonaba como un buen panorama para él.

Al fin y al cabo, Venice estaba con su madre ¿Que tanto podían hacer un abuelo y su nieto en el centro comercial?

Nada que los metiera en problemas, al menos.

Y con ese último pensamiento el hombre se dirigió a la sala con su comida en la mano.

Aprovecharía su tiempo libre.

(...)

- ¿Estas seguro de que es una buena idea? - Kan preguntó a su otro nieto, quien no dudo en asentir.

- Si. Papá Pete se desmayaría si ve que llegó contigo. Hay que ir lento - El hombre asintió entendiendo el punto de vista de su nieto - Solo ve y habla con él. Venice me avisará cuando pueda entrar - El hombre apagó el motor y con un suspiro asintió.

- Entonces te veré adentro. Todo saldrá bien cariño - Le dijo el hombre mientras besaba la frente del menor y bajaba del coche.

Phayu se ocultó lo mejor posible y con disimulo miro por la ventana a su abuelo, quien tocaba el timbre de la puerta.

Se ocultó del todo cuando su padre le abrió. Pasados los minutos, volvió a mirar, el hombre ya no estaba.

Ahora solo le quedaba esperar.

(...)

Pete sentía que su respiración le fallaría en cualquier momento. Kan Theerapanyakul estaba frente a él después de once años casi doce de no verla.

Maldición, sentía que entraría en pánico en cualquier momento. Si ella estaba aquí ¿eso significaba que Vegas también? ¡¿Su otro hijo estaba aquí también?! Oh Dios.

Pete se sintió mareado.

- Hola, Pete - El castaño le regaló una temblorosa sonrisa y dando un paso al lado, la dejo pasar al interior de su casa.

"Por favor que Phayu no despierte temprana, no hoy" Rogó mentalmente el castaño.

Guiando al hombre, le invitó a tomar asiento en el sofá de su sala de estar.

- Yo-o... Bueno, si que es una sorpresa verlo aquí, señor Theerapanyakul - Murmuro Pete, inseguro de como debía hablarle al hombre que alguna vez fue su suegro.

No malinterpreten, la relación entre Pete y Kan había sido fabulosa, y eso visto desde el punto de vista de ambos.

Para eso ya fue hace años.

- Cariño, se que no nos veíamos hace mucho, pero creo ya pasamos la época de "señor Theerapanyakul", además eres un hombre ahora, puedes llamarme Kan. Con confianza - le dijo con una sonrisa, Pete sonrió levemente.

Seguía siendo igual de amorosa que siempre.

- Bueno-o - Pete tartamudeo - Eh ¿A que debo tu visita Kan? Más bien dicho ¿Cómo supiste donde vivía? - Le pregunto curioso el castaño sin entender aún del todo la situación.

- Digamos que un pajarito me dijo donde vivías. He venido porque quiero hablar de un tema un tanto delicado contigo - Pete miró preocupado al hombre - Y creo que lo mejor es que tomes asiento - El castaño con movimientos lentos se sentó frente al hombre.

- Quiero que me escuches atentamente y te tomes esto de la forma más calmada posible - Pete asintió ya asustado

- ¿Ocurrio-o algo con Venice? - Preguntó con un nudo en la garganta el hombre. Kan negó con una suave sonrisa, calmando las preocupaciones de Pete.

- No le ha ocurrido nada malo, el junto con Vegas se mudaron. Creo que se podría decir que están mejor que nunca - Pete mordió levemente su pulgar. - Pete, Vegas y Venice están viviendo hace ya varios meses aquí, en Bangkok - le dijo el hombre.

Pete sintió como su aliento se atoraba y su corazón se detenía por milisegundos para comenzar a latir desbocado nuevamente.

- Ellos-s....Venice....Vegas - El hombre asintió ante los tartamudeos del hombre.

Tomó entre sus manos la de Pete, logrando captar su atención.

- Si, Pete. Ellos están viviendo aquí y... - Pete miró desesperado a Kan.

- ¿Y que? Kan por favor habla - Dijo el hombre ya exasperado.

- Venice y Phayu, son compañeros de clase. Pete, ellos se conocen - El castaño negó sintiéndose aturdido.

Esto no podía estar pasando.

- Eso no es verdad-d - Murmuró Pete conmocionado

Leves pisadas se escucharon acercarse al salón y Pete volteó su mirada.

Sus lágrimas se agolparon brutalmente en sus ojos y comenzaron a caer silenciosamente de sus lagrimales empapando sus mejillas.

Frente a él estaban sus dos hijos. Sus pequeños bebés ahora grandes.

Años soñando con verlos a los dos juntos y ahora está ocurriendo. Se sentía abrumado por el cúmulo de emociones.

- ¿Venice-e? - Susurró Pete limpiando sus lágrimas, el menor sonrío y avanzó hacia su padre. Sorprendiéndole - ¿Phayu-u?

- Hola papá - Le sonrió el menor vestido con la ropa de chándal,  Pete sintió su corazón en la garganta.

Mirando al preadolescente que se posaba frente a él, cubrió su boca.

Venice estuvo con el todo este tiempo.

- Oh por dios - Murmuro antes de romper en sollozos abrazando a su hijo fuertemente contra su cuerpo. Venice sonrió y abrazó a su padre.

- Hola papá Pete - Murmuro Venice y Pete rio con las lagrimas aún escapando de sus ojos.

- Hola Venice - Susurro sintiendo su corazón arder ante aquella bella sensación.

Sus hijos estaban con él, ambos en una misma habitación. Era el hombre más feliz del mundo en este momento.

De eso, no cabía duda.

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30 comentarios y seguimos amores.

Juego de Gemelos| VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora