Epílogo

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Vegas abre la puerta de la habitación con una patada feroz, ansioso por llevar al hombre pequeño a la cama y hacerlo suyo de una vez por todas. No poder quitarle la ropa y hacerle el amor desde que se dieron una nueva oportunidad, fue un castigo aun más grande que haberse separado doce años.

Pete ria por lo desesperado que se encontraba y beso su mejilla, se sentía bien estar de nuevo en los brazos del moreno, como trece años después cuando recién se casaron y llegaron al hotel para su luna de miel. Luego un año después, los gemelos fue su hermoso regalo de aniversario a Vegas, y todo tan mágico pero distante a la vez.

Llegaron a la gran habitación de lujo que Vegas se encargo de conseguir para Pete, durante sus dos semanas de luna de miel no dejaría al hombre salir de la habitación y por ende lo tenía que conservar en algodones. La habitación era en si blanca, tan cómoda y tranquila, una cama king size se extendía orgullosamente en el centro mientras enfrente de ella estaba las puertas de cristal deslizantes, dando la exhibición del mar y el crepúsculo, que justamente bajaba.

Lentamente Vegas dejo al castaño sobre sus pies llevando sus manos a las mejillas rojas, beso castamente los labios de Pete mientras lo atrae a su cuerpo. El deseo arde como llama dentro del estomago, pero hoy después de muchos años le haría el amor a Pete como se merece. Tal vez después deje libre su lado animal y tome al hombre en cada rincón de la habitación, luego por todo el piso del hotel.

Pete se sujeta de los brazos de Vegas, dejándose fluir por los labios tan profundos que Vegas le brinda, las sensaciones explotan como fuegos artificiales y las corrientes ponen su piel ariza, sin mencionar que las burbujas en su estómago se sienten cosquillosas y lindas. Vegas le provoca todo eso, porque siempre estuvo enamorado del moreno.

Vegas muerde el labio inferior con suavidad, no queriendo perder el toque tierno. Gira a Pete dejándolo de espaldas, cruzando sus brazos hacia enfrente comienza a desprender cada botón de la camisa amarillo pálido. Escucha la respiración cortarse por instante de Pete, baja su boca hasta el cuello blanco que grita por él y comienza a besar en besos húmedos.

Sumerge las manos dentro, tocando la piel suave y tersa de Pete, jadeando por lo exquisita que es igual que el dueño. Atrapa un pezón y automáticamente juega con él, lo rodea en su dígito, lo presiona y pellizca escuchando los gemidos de Pete.

-Sigues siendo tan sensible en mis manos- ronronea en el oído del castaño, muerde el lóbulo aprovechando estar allí.

Bajando las manos hasta los pantalones cortos que en todo el viaje fue el causante de sus celos posesivos, Pete lucia tan sexy dentro de ellos y Vegas no podía quitar las manos de encima durante el vuelo, pero antes, en la sala de espera no había ojos que no estuvieran sobre las bonitas piernas de Pete, de su esposo.

Mandando a volar esos pensamientos, se encargó de abrirlos y dejarlos caer hasta los tobillos, abrió los ojos al ver la erección de Pete saltar libre.

-¿No tenias nada abajo todo este tiempo?- Pete suelta una risilla juguetona a la pregunta del moreno.

-No- sopla en la mejilla del mismo, atrayendo su boca a la suya.

Vegas siente su miembro apretarse bajo la ropa, Pete era la sensualidad andante y solo recordar que es suyo por completo, le enciende en deseo carnal. Pete Pongsakorn, suyo, su marido y padre de dos hijos, ¿Qué más pedía?

¿De que maneras más hay para ser suyo por completo?

Pete se voltea para besarlo, le responde con la misma intensidad mientras lo atrae todo lo posible a su cuerpo, el toque de piel contra piel le excita. Gruñe en sorpresa cuando el hombre baja el cierre de sus pantalones y lo toma en su mano pequeña, la suavidad y fuerza que aplica Pete le hará flaquear.

Juego de Gemelos| VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora