"Cuando alguien confía su vida en otro ser, ambos pueden superar los límites de su fuerza"
A esto se le conoce como Samavadhāna...
COEXISTENCIA: LOTO DE DOS ALMAS
Un puñetazo, luego otro, y otro más.
Mis nudillos sangraban con cada golpe que asestaba, mis huesos se pulverizaban. Dolía.
Me lo merecía, el sufrimiento era lo único que me mantenía cuerdo, la única forma de ahogar la culpa.
¿De qué servía el poder si no podía proteger a los que quería?
Las rocas se pulverizaban con cada estruendo. El sonido de los impactos resonaban por todo el desierto, sacudiendo el suelo y agitando el viento.
Sentía el sudor bajar por mi cuerpo, el polvo acumulándose sobre mi piel conforme las horas pasaban y el día dejaba paso a la noche.
"Vive por tus amigas que ya no pueden"—me había dicho el rey de los muertos el invierno pasado.
¿Cómo podía hacer eso? El destino demandaba mi muerte, exigía mi carne para ser consumida por el Éxodo de Hércules.
Mis golpes seguían lloviendo sin detenerse, la única forma que me quedaba para desahogarme y no venirme abajo por la presión.
Cada vez que demolía una nueva roca veía su rostro, era testigo de sus ojos llenos de odio mientras usaba su espada para asesinar a mi joven prima Bianca di Angelo. Lo veía cayendo desde un precipicio hacia la muerte, sólo para sobrevivir y continuar con sus planes impunemente.
El constante dolor sobre mi pecho se había vuelto mil veces peor. Ahora, en los días malos, apenas y podía concentrarme al pensar, por no mencionar moverme o luchar.
Si tan sólo hubiese sido más fuerte...
La agonía que había experimentado cuando perdí mi ojo volvió a mi mente. También la sensación de ser aplastado bajo el puño de un autómata gigante en la chatarrería de los dioses.
Una pequeña parte de mi alma le decía al resto que todo estaría bien, que debía ser fuerte, que debía dejar de culparme. Pero con los meses, me había acostumbrado a mandar callar ese optimismo.
Había aceptado cargar con la responsabilidad de traer el bien al mundo, convertirme en el mensajero de la justicia ser el faro de esperanza para dioses y hombres. Pero día tras día me preguntaba si acaso yo era digno de aquella cruzada.
Finalmente, con un devastador golpe final, terminé de destruir la montaña que se alzaba frente a mí, y caí exhausto entre los escombros.
¿Qué tan bajo había caído el nuevo señor de la fortaleza?
Lo único que aún me mantenía vivo era el hambre de justicia en mi corazón. No podía descansar hasta que Crono y Luke hubiesen sido derrotados, ni un segundo antes, ni un segundo después.
—Si los dioses destruyésemos montañas cada vez que nos molestamos, el planeta habría quedado plano hace mucho tiempo—dijo una voz a mi espalda—. Deberías comprar un saco de boxeo en Hermes Exprés.
Alcé la vista débilmente, encontrándome con un par de orbes plateados que me analizaban detenidamente.
Una débil sonrisa se extendió en mis labios. Había pensado que no volvería a ver aquellos hermosos ojos amarillentos.
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Doce Desastres y Pecados
FanfictionSecuela de "El Éxodo de Hércules" El nuevo Mensajero de la Justicia continúa superando misiones conforme la cuenta regresiva hacia el gran final se acerca. Tras haber completado ya seis de los trabajos de su antiguo mentor, Perseus Jackson se ve en...