Llevé al chico en brazos hasta la casa de Gerión y lo dejé dormir en la cama del gigante. Luego, Grover y yo nos derrumbamos en los sofás de cuero de la sala, lo cual resultaba mucho más cómodo que dormir sobre un petate en el Laberinto. Sin embargo, ello no me evitó las pesadillas.
Soñé que estaba con Luke, caminando por el lóbrego palacio de la cima del monte Tamalpais. Ahora ya era un edificio real, no un espejismo inacabado como el que había visto el invierno anterior. A lo largo de las paredes había braseros que ardían con llamas verdosas. El suelo era de mármol negro pulido. Soplaba un viento frío por el pasillo y, sobre nuestras cabezas, a través de las claraboyas, se veían nubes grises cargadas de tormenta que se arremolinaban en el cielo.
Luke parecía listo para el combate. Llevaba pantalones de camuflaje, una camiseta blanca y una coraza de bronce; no llevaba su espada Backbiter al cinto, sino sólo una vaina vacía. Entramos en un gran patio donde se entrenaban docenas de guerreros y de dracaenae. En cuanto lo vieron, los semidioses se pusieron firmes y golpearon su escudo con la espada.
—¿Ha llegado el momento, mi señor?—preguntó una dracaena con su voz sibilante.
—Pronto—prometió Luke—. Seguid trabajando.
—Mi señor—dijo otra voz a su espalda. Kelli, la empusa, le sonreía radiante. Esta vez llevaba un vestido azul y tenía un aspecto malvado y hermoso. Sus ojos relampagueaban, a veces con un matiz castaño y otras totalmente rojos. El pelo le caía por la espalda y parecía captar el brillo de las antorchas, como si estuviera deseando convertirse otra vez en una llamarada.
El corazón me palpitaba. Estaba esperando que Kelli me viera y me ahuyentase del sueño como había hecho en otra ocasión, pero esta vez no pareció advertir mi presencia.
—Tienes una visita—comunicó a Luke, haciéndose a un lado. E incluso éste pareció quedarse estupefacto.
El monstruo Campe se alzaba ante él con todas sus serpientes siseando y retorciéndose alrededor de sus piernas. Las cabezas de animales seguían creciendo en su cintura. Tenía en las manos sus espadas chorreantes de veneno y, con sus alas de murciélago desplegadas, ocupaba todo el corredor por el que había llegado.
—¡Tú!—exclamó Luke, con voz algo temblorosa—. Te ordené que te quedaras en Alcatraz.
Campe parpadeó como los reptiles, o sea, cerrando los párpados de lado, y empezó a hablar en aquella lengua extraña y pedregosa. Pero esta vez, no sé cómo, la entendí:
"He venido a servirte. Déjame vengarme."
—Tú eres carcelera—dijo Luke—. Tu trabajo...
"Yo los mataré. A mí nadie se me escapa."
Luke vaciló. Un hilo de sudor se le deslizó por la sien.
—Muy bien—accedió—. Acompáñanos. Puedes llevar el hilo de Ariadna. Es un encargo de gran honor.
Campe lanzó un siseo hacia las estrellas, envainó sus espadas, dio media vuelta y echó a caminar pesadamente, aporreando el suelo con su enormes patas de dragón.
—Deberíamos haberla dejado en el Tártaro—masculló Luke—. Es demasiado caótica. Demasiado poderosa.
Kelli rió suavemente.
—No has de temer el poder, Luke. ¡Utilízalo!
—Cuanto antes nos pongamos en marcha, mejor—decidió él—. Quiero acabar de una vez.
—Ah—respondió Kelli, apiadándose, mientras le recorría el brazo con un dedo—. ¿Te resulta desagradable destruir tu antiguo campamento?
—Yo no he dicho eso.
ESTÁS LEYENDO
Doce Desastres y Pecados
FanficSecuela de "El Éxodo de Hércules" El nuevo Mensajero de la Justicia continúa superando misiones conforme la cuenta regresiva hacia el gran final se acerca. Tras haber completado ya seis de los trabajos de su antiguo mentor, Perseus Jackson se ve en...