CAPITULO 4: ME LLAMO ALICE

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Me llamo Alice Howell o Alice Garreft, nací en un pueblo llamado Slave's Village, he decidido contar mi historia para que las demás generaciones puedan saber los verdaderos hechos que llevaron dicho pueblo a la destrucción.

Como ya he dicho mi nombre es Alice, tengo veinte años y vivo con una gran amiga mía llamada Jackeline Wolf de veintiún años y mi hijo Bruno Howell, vivimos en el nuevo pueblo llamado Liberthy que antes era Slave's Village, yo nací en ese pueblo, mi padre llamado Alejandro Garreft me crío junto a mi hermanastro Brando Hamilton hasta su muerte.

Mi padre era un hombre alcohólico desde que mi madre, Magda Garreft, falleció en un terrible incendio cuando yo apenas era un bebé de once meses, o al menos eso me dijo mi padre, me enteré de que tenía un medio hermano cuando tenía once años, él se llamaba Brando, su madre era la Sra. Rose Hamilton, una sirvienta que trabajaba para el rey Aldrick.

Aldrick comenzó a gobernar después que su padre el Rey Sebastián, falleció de un infarto; se casó con una damisela llamada Ivette y tuvieron una hija de nombre Esther.

Viví una infancia no muy feliz, mi padre era muy violento y más cuando tomaba (que era casi siempre), pero yo nunca lo deje de querer, nunca pude comprenderlo, hasta ahora, había perdido al amor de su vida, pero no era razón para que descargara toda su impotencia e ira contra mí.

Todo cambió cuando lo conocí, se llamaba Chris Howell y era el mejor amigo de mi medio hermano Brando; cuando hablamos por primera vez me sentí muy bien a su lado, me sentía protegida, querida y respetada.

—Hola soy Chris y tú—me dijo él.

—Me llamo Alice—respondí con timidez.

—Bueno yo los dejo solos—comentó Brando y mientras se alejaba se nos quedaba viendo.

—Gusto en conocerte Alice como estás.

—Bien y tú—seguía un poco tímida pero ya no tanto, comenzaba a agradarme.

—Pues me gustaría decir que excelente pero no, dime que te gustaría hacer.

—No lo sé, platícame más de ti.

—Vivo un poco lejos de aquí, al oeste exactamente, este es un pueblo grande con mucha diversidad.

—Sí eso creo, me gusta vivir aquí, sabes, hay algo que he querido hacer pero no se lo he dicho a nadie, espero que seas de confianza—le dije.

—Claro que sí, puedes confiar en mí—me dijo sonriendo.

—Cuando sea más grande, me gustaría pertenecer al ejército del pueblo, pero no se lo digas a nadie, mucho menos a Brando, comienza a comportarse como mi padre, solo me deja estar contigo porque te conoce—le comenté.

—Bueno pues no tienes por qué preocuparte, porque, adivina que, yo también me pienso unir, no es una gran coincidencia—dijo entre risas.

Yo comencé a reír y empezamos a caminar, estábamos cerca de la herrería de mi padre y Brando nos estaba cubriendo por si mi padre me buscaba, lo llevé a un lugar que era muy especial para mí, mientras seguíamos platicando sobre el ejército.

— ¿Por qué quieres unirte Alice?, tu eres una chica delicada para cargar una pesada arma—me dijo Chris preocupado.

—Es que todavía no me conoces Chris, soy muy buena lanzando cuchillos casi nunca fallo, además quiero aprender a protegerme por mi cuenta y sobretodo, servir a mi pueblo, y tú ¿por qué quieres entrar?—le cuestioné, aunque no estaba muy segura de pertenecer al ejército.

—Mira, mi padre perteneció al ejército y lamentablemente murió antes de que yo naciera, así que nunca lo conocí, quiero ver si valió la pena de que no me conociera, solo por servir al rey—me contestó un poco triste.

Era una lástima que Chris no hubiese conocido a su padre, luego llegamos a ese lugar que fue tan importante para mí.

— ¡Valla! Sí que es grande, y por supuesto hermoso.

—Lo sé Chris, este árbol significa mucho para mí.

—Puedo preguntar por qué.

—Pues en este árbol está mi madre sepultada, cuando murió, este árbol apenas medía dos metros y míralo ahora, está tan grande como el castillo del rey Aldrick.

—En serio que es hermoso pero no tanto como tú.

—Gracias—comenté sonrojada.

Comenzamos a salir más seguido, todo se lo debíamos a Brando, gracias a él, Chris y yo podíamos seguirnos viendo, era un chico muy guapo, alto para su edad, los dos teníamos doce cuando nos conocimos, su piel era de un tono bronce, su cabello era oscuro como la noche, él siempre me acompañaba a plantar más flores alrededor del árbol, lo cual apreciaba mucho en realidad, empecé a sentir algo por él, algo que nunca había sentido con nadie más, eso sin duda alguna, se llamaba amor.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora