El rey Aldrick tomó el pergamino, abrió un cajón del escritorio con una llave que llevaba colgando en su cuello y pude ver que ya tenía varios pergaminos en su interior, tomó el mío y lo metió en el cajón, después lo cerró con llave. Él guardó la llave en la cadena que llevaba en su cuello.
- ¿Cómo está tu madre?
-Ella está bien, no ha venido a visitarme.
-Hay Matilde nunca va a cambiar, mándale saludos y un beso de mi parte.
- ¿Usted conoce a mi madre?
-Qué si la conozco, por qué no le preguntas tú mismo.
-Eso haré, hasta luego su majestad, digo Aldrick.
-Nos vemos pronto Chris.
Saliendo de la biblioteca quería gritar, celebrar que pronto iba a ser un guerrero, no era una posibilidad, era ya un hecho, Bender me vio saltando como un loco y solo se comenzó a reír a carcajadas. Salí corriendo del castillo, tenía que contárselo a Alice.
Atravesé el mercado como un rayo y luego los demás establecimientos sólo para ver a Alice de nuevo y contarle todo lo sucedido, llegué hasta la colonia donde ella vivía y al ver la puerta de su casa abierta pensé que aún no había ido a recoger a su padre. Entré rápidamente a su casa gritando su nombre, pero me llevé una gran sorpresa al encontrar a otra persona en su casa. No era ella, ni Brando era el peor de los padres, Alejandro Garreft.
Él estaba de pie en el cuarto de Alice, sin duda estaba bebiendo antes de que yo llegara porque la casa estaba impregnada al olor del alcohol en todas partes.
-Chris Howell, que gusto tenerte frente a frente-me dijo.
-Señor Garreft yo...
-No tienes que decirme nada hombre, lo sé todo y te comprendo.
- ¿Enserio?
-Claro que sí, yo sé lo que quieres con mi hija, de hecho sé lo que todos los hombres quieren de una mujer. Sexo. Es lo único que todos los hombres quieren, no es así.
-Señor, yo quiero mucho a su hija.
-No me vengas con patrañas estúpido.
-Usted no me conoce.
-Pero claro que te conozco, conocí muy bien a tu padre, lástima que murió el infeliz, pero bien merecido se lo tenía.
-Le ruego que no hable mal de mi padre porque no sé qué le puedo hacer.
-Por favor, tú hacerme algo a mí, es más probable que los cerdos vuelen a que tú me hagas daño. No eres más que un pobre huérfano. No me hagas reír.
-Señor Alejandro, yo no quiero tener problemas con usted.
-Pero si ya los tienes pedazo de basura-dijo corriendo hacia mí.
Garreft me embistió con tanta fuerza que salimos por los aires cayendo en la mesa y partiéndola en pedazos, él trataba de asfixiarme colocando sus manos en mi cuello, tomé una pata de la mesa que se encontraba un lado mío y golpeé a Garreft hasta que el dejó de asfixiarme. Él rodó por el suelo durante unos minutos y yo comencé a toser por el anterior estrangulamiento. Alejandro Garreft estaba dispuesto a matarme con tal de que yo dejara a su hija. Cuando volteé a ver dónde se encontraba él ya no estaba. Trataba de ponerme de pie justo cuando sentí el primer golpe.
Sangre salpicada en el piso de madera de la casa de Alice, el primer golpe fue doloroso, pero el segundo fue desgarrador, en ese golpe sentí claramente como la piel de mi espalda era destrozada por unas puntas pequeñas y muy afiladas. Al tercer golpe mi corazón comenzó a bombear más sangre a todo mi cuerpo, sentía como mi corazón retumbaba con mucha fuerza y sonaba como un tambor.
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Mi Vida Por La Tuya
RomantizmChris y Alice viven en un pequeño reino llamado Slave’s Village, cuyo reino tiene un ejército formado por muy pocos guerreros; Chris y Alice sueñan con pertenecer a dicho ejército, pero la pregunta es a qué costo. Afortunadamente ambos consiguen lo...