CAPITULO 22: DESPUES DE LA AGONÍA

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—No padre—dije explotando en un llanto incontrolable. Chris estaba a punto de desmallarse, tenía mucho miedo de lo que le podía pasar si no llegábamos con un médico de inmediato.

Mi padre empezó a hablar pero no le pude entender ninguna palabra que salía de su boca, escuché unos pasos que se acercaban a mi casa, volteé a ver y se trataba de Jan y su madre Úrsula. Mi padre comenzaba a acercarse y me interpuse entre él y Chris, él alzó el mazo y pude ver mejor el arma con la que estaba masacrando a Chris, este aún goteaba sangre y cada vez que una de esas gotas tocaba el suelo sentía como la piel se me erizaba, no quería que mi padre tocara a Chris, preferiría que me golpeara a mí como siempre lo hizo y no a Chris. Mi padre me miraba como si fuera a la persona que más odiara.

Tomó impulso y corrió hacia donde estaba parada, yo me preparaba para sentir el golpe en cualquier parte del cuerpo cuando sentí como Chris me empujó hasta caer al suelo manchándome de sangre y pude oír el tronar de las costillas de alguien. Era Chris, me había lanzado para que él pudiera protegerme con su cuerpo. Lo primero que hice fue dar un grito.

Jan corrió hacía la escena y para detener a mi padre y su madre Úrsula abandonó el lugar. Pensé lo peor de Úrsula, la taché de cobarde por haberse ido en el momento en que yo más necesitaba a alguien. Corrí con Chris, le sostuve la mano y le di un beso en su boca aún con la cara llena de su sangre, le limpié la cara y lo volví a besar. Pero en ese último beso le demostré mi amor por él. Yo no lo quería. Yo lo amaba con todas mis fuerzas, nunca quería perderlo, él era mi fuerza mi razón de ser mi vida entera.

Con el beso seguí llorando y trataba de ser fuerte por él, pero el sentimiento era más fuerte que yo.

—No cierres los ojos Chris, es una orden—le dije aun llorando por el gran dolor que sentía en el alma por él, por mí, por los dos.

Todos menos él, pensaba. La muerte de mi madre fue muy dura y eso que no la conocí bien, qué sería de Chris, a quien amaba con toda mi alma y lo conocía como las palmas de mis manos, me quedaría en el vacío de un pozo y de él nunca saldría, así me sentía.

—Chris escúchame, te vas a quedar conmigo, no te voy a permitir que te vayas, no soportaría tener que llevar flores a otra tumba, por favor Chris responde—le dije.

Miré a mi padre y vi como Jan luchaba para no dejarlo libre, este se retorcía de rabia, coraje, enojo. Lo que fuese lo que tuviera. Cuando vi llegar a Úrsula con cuatro guardias de seguridad me arrepentí de haberla matado de muchas formas en mis pensamientos, no era ninguna cobarde, de hecho se necesitaría de mucho valor para ayudar a una chica con un padre alcohólico y abusador como el mío.

Dos de los guardias ayudaron a Jan y se llevaron detenido a mi padre. Los otros dos corrieron hacia donde estaba yo con Chris, estos llevaban una camilla, cuando vi que se nos acercaban di un grito porque no quería que nadie se nos acercara. Los guardias de seguridad me separaron de Chris y a él lo subieron en la camilla bocabajo para que no se siguiese lastimando la espalda que ya estaba muy destrozada por los golpes que le había dado mi padre.

Salí a acompañar a los guerreros que se llevaban a Chris mientras veía como se llevaban a mi padre detenido en eso comenzó una gran lluvia. Los guardias iban tan rápido como podían conmigo pero la lluvia mojó todo el cuerpo herido de Chris.

Los guardias y yo llegamos al castillo del rey Aldrick y fuimos directamente con un doctor llamado Roosvelt, al entrar ahí me pidieron que por favor me retirara.

Todo había pasado muy rápido para comprenderlo, en la mañana fui al castillo mientras mi padre se encontraba con Uve, después salí al bosque donde me atacaron unas criaturas llamadas bidentes y luego de eso voy a mi casa y me encuentro con una masacre de mi padre hacia Chris. Cuando acabaron de atender a Chris, un sirviente llamado Bender me llamó para que asistiera al juicio que le aplicarían a mi padre.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora