CAPITULO 8: COLOSAL

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Eso sí que era nuevo para mí, dos guerreros discutiendo para entrenarme a mí, seguro que Nahúm estimó mucho a mi padre para cambiar de opinión tan bruscamente en cuestión de minutos.

—De acuerdo, dejemos que Chris escoja, te parece Nahúm.

—Está bien Lilia, pero Chris, asegúrate de escoger bien.

En ese momento, no sabía a quién escoger, dos de los mejores guerreros, Lilia y Nahúm, a quien escogería.

—Esperen, necesito saber algo, ¿podrían entrenarme a mí y a otra persona?

—Claro, por qué no, a mí y a Ulises nos encantaría tener dos discípulos, ¿y tú Nahúm?

Nahúm se quedó pensativo por unos segundos, pensando si le convenía entrenar a otra persona, seguro que pensaba si era una buena idea.

— ¿Quién es esa persona Chris?—me preguntó Nahúm.

—Su nombre es Alice, ella sale conmigo y a los dos nos encantaría ser guerreros, creo que, incluso ella lo anhela más que yo.

—Valla así que tu chica y tú quieren ser guerreros, eso sí que no me lo esperaba, seguro que acabaran como Lilia y Ulises, unos enamorados que luchan juntos, ah que romántico—dijo Félix en tono burlón.

Eso que había dicho Félix era verdad, Lilia y Ulises no eran las únicas parejas que formaban parte de los guerreros; existían aún más, estaban Mary y Rogelio, ellos también se conocieron entrando al ejército y cinco años más tarde se casaron, Alma y Gilberto (éste, hijo de Josefina), Alma Wolf murió en una guerra cuando su hija Jackeline había cumplido diez años de edad, quedando al cuidado de Gilberto, su padre.

—Félix, porque no nos haces un favor y te callas de una buena vez, sabes que mi paciencia tiene un límite, y la estás agotando—dijo Ulises.

—Está bien, también podría entrenarla—al fin decidió Nahúm.

—Bueno, les agradezco en verdad a los dos por querer entrenarme, pero creo que me prefiero que me entrene el señor Nahúm, lo siento Lilia.

—Oh, ok, pero ya sabes, si no te gusta cómo te entrena Nahúm, estaremos nosotros con gusto, lo que creo que será pronto ya que el solo sabe usar la espada y nosotros te entrenaríamos con todas las armas—dijo Lilia un poco enfadada.

—No lo creo Lilia, porque a Chris le gustan más las espadas al igual que a mí—dijo Nahúm.

Lilia, nos apresuró aún más, ya que comenzó una gran tormenta como la de la tarde de ese día, estábamos aproximadamente a dos kilómetros de llegar al pueblo, teníamos que rodear el bosque para no volver a la Zona Negra. Mi preocupación porque un lamb-men llegará al pueblo y les hiciera daño a las personas que amo se desvaneció cuando Graciela me dijo que estaba prohibido que los guerreros invadan el pueblo rival, por ello existen las zonas negras.

Seguíamos en el interior del bosque cuando escuché algo fuera de lo normal, parecía ser un tipo de gruñido de un animal, algo nuevo y desconocido para mí ya que eran muy pocas las veces que me había internado en el bosque.

— ¿Escucharon eso?—pregunté un poco asustado.

—Qué cosa, yo no escucho nada—dijo Félix.

—Es verdad, yo también lo oí, proviene de allá—dijo Nahúm avanzando hacia donde parecía salir ese extraño ruido.

Graciela comenzó a avanzar junto a Nahúm queriendo descubrir de dónde provenía ese sonido, abrieron entre la maleza que les estorbaba y pudimos ver lo que hacía ese sonido, se encontraba a unos metros de nosotros, era un animal muy grande, tenía el tamaño de dos casas juntas y un aspecto diferente ante cualquier criatura que haya visto en mi vida, el animal comenzó a correr hacía nosotros, arriba de éste iba montado un Lamb-men.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora