CAPITULO 3: ESCAPE

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Nahúm que al principio no quiso me llevó a rastras por un momento ya que Josefina lo obligó a cargarme, Kenya iba adelante, nosotros en medio y Josefina detrás, en el camino le conté a Josefina mi propósito de entrar al ejército y ella sonreía cada vez que hablaba, me pareció una señora muy simpática y amable.

—Así que piensas entrar al ejército, mmm eres la persona más entusiasta que he conocido y mira que he conocido mucha gente—afirmó Josefina.

—Gracias señora Josefina—le dije.

—Por favor llámame solo Josefina, el "señora" me hace sentir más vieja—dijo entre risas.

—Chris ¿verdad?—me preguntó Nahúm

—Así es—le respondí.

—Me da gusto que un niño como tú piense en unirse al ejército ¿Cuántos años dices que tienes?

—Doce años, cumplo trece el veinticuatro de septiembre.

—Bueno, te daré información sobre el ejército, mira, los jóvenes aspirantes, que ahora son muy pocos, tienen que esperar como mínimo la edad de dieciséis años para poder tener una oportunidad, y se supone que tienen que tener ya en mente una o varias armas con las que sean buenos, mi arma especial es la espada ¿Cuál es la tuya?

Me dio un poco de miedo responderle ya que de por si no era un tipo con el carácter perfecto.

—Mi arma especial también es la espada, ¿le gustaría entrenarme?—al fin le solté.

El soltó una gran carcajada, me bajó y se me quedó mirando.

—Oh, ¿es enserio?—preguntó.

—Oye Nahúm no es mala idea, ya son dos las personas que te hacen la misma propuesta, yo que tú aceptaría—le dijo Kenya—Eh, Chris y Jackeline están esperando tu respuesta.

—No tengo problemas con Jackeline, pero, con este chico, "Chris", apenas lo conocemos—le susurró a Kenya observándome.

—Disculpen quien es Jackeline—pregunté.

—Oh, Jackeline es la nieta de Josefina, es una chica encantadora e igual que tú pretende pertenecer al ejército—dijo Kenya.

—Mi nieta es muy buena con los cuchillos— me dijo Josefina y yo solo pensaba en Alice, que le estaría haciendo su padre.

—Sabes Josefina me gustaría enseñarle todo lo que sé a tu nieta de trece años,  ¿pero que no tiene a su padre?, Gilberto tu hijo podría entrenarla.

—Te recuerdo que Jackeline odia a Gilberto desde que su madre murió—agregó Josefina.

—Bueno como sea hay que largarnos de aquí, seguro y nos vuelven a aparecer lamb-men.

— ¿Qué es un lamb-men?—pregunté.

—Un lamb-men u hombre cordero es una copia barata de nosotros, pero de otro reino—explicó Kenya.

—Este año estamos en guerra con un reino algo raro, esos idiotas tienen una adoración absurda sobre los corderos—me cuenta Nahúm.

—Es un pequeño pueblo a varios kilómetros de distancia de Slave's Village, Kenya, Nahúm y yo vinimos con otros siete guerreros más—dijo Josefina.

—Eso suena genial, ¿Quiénes son los otros siete?—pregunté.

—Pues no sé si los conozcas.

—Claro que si Kenya conozco a casi todos.

—Niño por si no te acuerdas te dije que estamos en guerra no hay más tiempo para seguir platicando de cosas que no te interesan, ya es mucho que te tenga que llevar cargando por que fuiste tan tonto para resbalarte y caerte por una pequeña barranca—gruñó Nahúm.

—No le hagas caso Chris, mira los otros siete guerreros que nos acompañan son cuatro hombres llamados Félix, Néstor, Ulises y otro llamado Cándido, y de las mujeres solo tres: Yadira, Lilia y Graciela, deben de estar cerca—dijo Josefina enfadada con Nahúm.

Reconocí rápidamente la mayoría de todos esos nombres, llevaba mucho tiempo conociendo cada una de sus historias por que pronto Alice y yo nos uniríamos a ellos. Estábamos a punto de partir cuando llegó un hombre y clavó la punta de su cuchillo en el hombro de Kenya.

Fueron muchos hombres (o lamb-men) los que nos comenzaron a atacar, primero fue Kenya, apuñalada en el hombro, después otro hirió a Josefina en el antebrazo izquierdo, Nahúm trató de ayudarlas pero solo consiguió que le hicieran una gran herida cerca del ojo derecho provocada por una navaja, él se tiró al suelo y comenzó a derramar lágrimas de sangre literalmente, yo me quedé observándolo con un poco de temor, como alguien tan valiente y fuerte se encontraba a merced de un chico tan patético que lo había herido. Aquel chico rodó a Nahúm y le sacó violentamente aquella navaja tan potente, estaba a punto de degollarlo cuando de repente, no sé con qué fuerzas comencé a caminar, tomé la espada de Nahúm y empalé a aquel chico, Nahúm se quedó atónito por un segundo y luego se puso de pie y me dio las gracias, le devolví su espada, bañada por la sangre de aquel chico y se unió al ataque.

Kenya estaba  muy herida así que Nahúm fue rápidamente con ella, mientras que Josefina se las arreglaba para luchar contra dos sujetos del doble de su tamaño, al principio ella los dominó, pero uno de ellos comenzó bruscamente a golpearla con un gran tronco, ella cayó, uno de los hombres tomó su lanza para ensartarla, trataba de hacer lo imposible, como lo hice con Nahúm pero esta vez no podía, Nahúm ocupándose de salvar a Kenya, yo herido, otro hombre volteo a verme y se acercó a mi rápidamente, pensé que sería mi fin y el de Josefina sin duda alguna.

Graciela, la otra guerrera que había llegado con ellos se lanzó contra el hombre que estaba a punto de matarme, lo mismo con Josefina, otro guerrero llamado Félix clavó un machete en la pierna del lamb-men y cayó en un giro de cincuenta grados, en unos momentos todos los lamb-men que nos asechaban estaban muertos, Graciela me ayudó a sentarme en el río y Félix comenzó a reírse cuando vio la fea herida de Nahúm.

—Oye Nahúm pues tal parece que tendrás que llevar un gran parche en ese hermoso rostro tuyo—dijo Félix entre más risas.

Félix era un excelente guerrero, un experto para asesinar con su machete, tenía 40, lo único malo de él, era que nunca se callaba, eso y que no le gustaba rasurarse, era todo un superviviente, escuché que en una guerra mantuvo las ganas de comer por más de una semana, aunque yo nunca lo creí seguro que él mismo lo inventó solo para darse fama.

—Lamentablemente creo que es verdad Félix—dijo con serenidad Nahúm.

—Los dejamos por unas horas y están al borde de la muerte, por cierto quien es el pequeñín, tiene talento, vi desde lejos lo que hizo por ti, déjame decirte que le debes la vida

—Lo sé Félix, se llama Chris y quiere pertenecer al ejército.

—Valla, valla pues sí que tengo ojo bueno para los guerreros no es así, no como tú Nahúm que te quedaras sin ojo—exclamó Félix.

—Ja, ja, muy gracioso, por cierto donde están los demás—dijo Nahúm mientras se cubría la herida que tenía en su ojo.

—Están bien, los dejé con los recién casados, tú sabes Lilia y Ulises—dijo Félix.

—Caballeros, lamentó interrumpirlos pero necesitamos irnos de aquí ya—dijo Graciela.

Graciela era una mujer de treinta y cinco años, no muy alta, por lo que sabía media lo mismo que yo en ese tiempo 1.60 metros, era muy fuerte y tenía grabado en su muñeca el número cuarenta.

Comenzamos a caminar, Félix me estaba llevando, todo iba bien, no había ningún rastro de esos lamb-men, pero a los pocos minutos Kenya cayó, inconsciente.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora