CAPITULO 14: EN EL CASTILLO

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No lo creía, estaba sosteniendo la espada de mi padre, la espada era hermosa, mucho más pesada y grande que la de Nahúm, seguro que mandó a hacer espada por si le pasaba algo malo.

—Tómala ahora es tuya, consérvala muy bien quiero verte pelear con ella Chris.

—Pero claro que sí, esta espada la cuidaré como a mi vida misma.

Enfundé la espada y salimos del cuarto, él cerró con llave la habitación, en ese cuarto había muchas armas más, yo estaba encantado con mi nueva arma quería enseñársela pronto Alice. El rey Aldrick me acompañó hasta el cuarto donde me estaba alojando y me despidió.

—Chris espero no ser defraudado, aunque no lo creo, seguro que serás igual o incluso mejor que tu padre, espero con ansias que ahora formaras parte del ejército, pero reglas son reglas. Salúdame a tu madre.

—No lo defraudaré se lo juro y sí, yo le digo a mi madre.

Aldrick se retiró con su hija Esther. Esther era una chica muy parecida a su madre la reina Ivette. Estaba a punto de recostarme en la pequeña cama cuando Bender irrumpió en el cuarto, lo primero que hizo fue ver la tremenda espada que Aldrick me había dado, estaba sobrepuesta a un lado de la cama.

—Valla, se ve que es filosa, ¿el rey Aldrick te la dio?

—Así es Bender, era de mi padre.

— ¿La puedo ver?

—Por supuesto.

Bender le quitó la funda y la admiró un buen rato, después la volteó y pudo ver el mensaje que tenía escrito. Cuando lo comenzó a leer no dejaba de mirarme.

—Siento mucho lo de tu padre Chris, pero lo bueno fue que te dejó esta hermosura, enserio, si fuera tú, ya la estaría probando, no cabe duda que tienes un futuro brillante.

—Eso es seguro Bender—dijo Kenya que acaba de entrar. —Buenos días Chris como amaneciste.

—De hecho ya son tardes—dijo Bender. —Bueno, yo los dejo platicando, tengo asuntos que arreglar.

—Estoy mucho mejor Kenya y tú.

—Un poco adolorida, ese Lamb-men me las pagará algún día.

—No te preocupes Kenya, yo te ayudaré.

—Chris, eres un excelente chico, te conozco de un día y diría que pondría las manos al fuego por ti.

—Pero yo no te he pedido que hagas eso Kenya, por qué lo harías, te quemarías las manos.

—No Chris, no me expliqué bien, esa expresión índica que te he tomado mucha confianza, me entiendes.

—Oh si claro, comprendo.

—Espero que sientas lo mismo por nosotros.

—Por supuesto Kenya, ustedes pronto serán mi segunda familia.

—Dime, como te va con, Alice cierto.

—Estoy muy preocupado por ella, no la he visto desde esa noche y no sé si está bien, su padre es muy violento y esa vez la golpeó por mi culpa.

—Yo la entiendo, mi padre era igual que el suyo y no reaccionó muy bien cuando se enteró de que entraría al ejército.

—Su padre aún no se ha enterado y no quiero ni pensar en cómo reaccionará cuando se entere, ni siquiera sabe que ella y yo somos novios.

—Mira Chris, cuando llegue el momento de decírselo, acompáñala, defiéndela, aún si este es su padre.

—Eso haré.

Mi Vida Por La TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora