Capítulo 5

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HELL.

Me doy un último vistazo en las paredes espejadas del ascensor antes de que abra sus puertas en el piso donde está la oficina de Arthur Youngblood y demás ejecutivos de la empresa, pensando en la suerte que tuvimos Noah y yo de que la abuela no estuviera en casa cuando fuimos hace dos horas a buscar toda la ropa de mi madre y la mía, así como la tableta de la empresa y mi auto.

Anoche después de que mamá se quedara dormida en la habitación que mi mejor amiga nos cedió temporalmente, hablé con ella durante horas, explicándole un poco la situación que estamos atravesando y por qué no podemos regresar a esa casa a vivir otra vez, no teniendo a un monstruo durmiendo a tan solo metros de nosotras.

Y lo que estoy a instantes de hacer, pedirle un préstamo a mi jefe en mi segundo día de trabajo, no me importa tener que rogarle, firmar un acuerdo o darle mi auto como parte de pago, haré lo que sea necesario con tal de tener la certeza de que mi madre estará bien y a salvo de su verduga.

Entro a la oficina con la mirada puesta en la tableta, viendo lo que tiene el jefe programado para hoy y tomo asiento en el pequeño escritorio que se me fue asignado y suelto un suspiro cansado, no he dormido casi nada y estoy hambrienta, me obligué a fingir normalidad delante de Noah y comer lo que preparamos para desayunar.

En cuanto mamá y yo tengamos privacidad, le pediré que me explique todo sobre nuestra «naturaleza», porque me preocupa que se esté haciendo recurrente la necesidad de querer morder a las personas y que me descontrole un poco escuchar su flujo sanguíneo.

—Ella ya está en la oficina, la olfateé desde que llegó a la empresa —le dice mi jefe a alguien con el que comparte un ritmo cardiaco similar, lento y pausado como el de su hermana Bryony, refiriéndose a mí—. Hell me descontrola y apenas nos hemos visto una vez, el poder del lazo que nos une es muy fuerte, hermano.

Escuchar sus palabras acelera mi corazón y hace que una lenta sonrisa se apodere de mis labios, no sé a qué se refiere con eso de que un lazo nos une, pero es lo de menos. Arthur se siente de la misma manera que yo y es lo que importa.

Verlo o escuchar su voz descontrola mi ser, mi respiración y corazón se aceleran, así como unas ganas inmensas de tocarlo se apoderan de mí y a este paso, dudo que me resista a él durante mucho tiempo.

—Tranquilo hermanito, yo estaré a tu lado para evitar que hagas algo que asuste a tu chica —suelta una risita y le palmea el hombro a Arthur, dejándolo atrás—. Quiero verla yo solo y verificar qué tanto tiene desarrollado sus sentidos, porque desde que salimos del ascensor y escuchó tu voz su corazón se aceleró.

—Eres un entrometido, Stephen.

Siento como me sonrojo por haber sido descubierta por el hermano de mi jefe, otro ser que parece saber más de mí misma que yo y cierro los ojos, esto es demasiado. No solo los miembros de mi familia pueden escuchar a largas distancias, porque tal parece que ellos también.

La puerta de la oficina se abre y entra un hombre muy parecido a mi jefe, pero luce unos años mayor, al igual que Bryony. Algo me dice que Arthur es el menor entre sus hermanos. Me sonríe y camina con lentitud hacia mi escritorio, me pongo de pie y le sonrío con amabilidad.

—Señorita Ainsworth, es un placer conocerla —extiende su brazo y me veo en el deber de hacer lo mismo y estrechar su mano—. Mi nombre es Stephen Youngblood y soy uno de los hermanos mayores de su jefe.

—El gusto es mío, ¿en qué lo puedo ayudar? —Pregunto por mera cortesía y él lo sabe, sabe que los he escuchado hablar.

Desde que apenas los niños comienzan a hablar y a entender las cosas, sus padres les inculcan que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas o al menos eso me comentaba Noah que sus papás le decían. Pero en mi caso nunca fue así, en casa era lo más normal del mundo que no hubiera privacidad porque todos podíamos escuchar hasta cuando hacíamos nuestras necesidades en el baño y eso es incómodo.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora