Capítulo 35

84 12 0
                                    

HELL.

Apenas pongo un pie dentro del Salón del Trono, Astaroth me golpea tan fuerte por el estómago que mi espalda impacta contra el trono, soltando un mudo quejido de dolor y la corona cae de mi cabeza, deslizándose hasta los pies del demonio que me tiene cautiva.

Bajé la guardia por completo cuando subía levitando por el castillo y mi escudo protector se deshizo, cosa que aprovechó Astaroth para lastimarme, tal y como pensé que haría cuando volviera a la estancia y no me equivoqué, más no me arrepiento de haber hecho que miles de demonios me jurasen lealtad e hiciésemos un pacto de sangre.

Ya llegará el momento de que me sean útiles.

—¿Por qué mierda hiciste eso? —Pregunta con la mandíbula muy tensa, mientras escucho crujir sus dientes—. Respóndeme, maldita sea —Espeta y me da una patada en el estómago, pero me mantengo callada e imagino que un escudo muy fuerte e impenetrable me rodea y ata de manos y pies al individuo que intente agredirme, dándole descargas eléctricas cada vez que intente desatarse.

Me enferma tener que hablarle o siquiera verlo, aunque por dentro estoy chillando por el dolor que siento en todo mi cuerpo por la patada y el puñetazo que le dio a mi pobre estómago, pero me niego a soltar una lágrima o llorar frente a él una vez más.

—¡Respóndeme! —Grita y yo me encojo en el suelo debido al miedo, pero no me permito dejar caer el escudo una vez más o voy a terminar muerta y esa no es una opción, no si quiero regresar a mi mundo. Astaroth intenta tomarme con sus manos, pero el escudo le da una descarga eléctrica muy fuerte que hubiera asesinado a cualquier humano y veo como cadenas eléctricas le rodean las manos y pies—. ¡Hija de puta! ¡Desátame o lo lamentarás mucho más cuando logre quitarme estas inútiles ataduras!

Como puedo me levanto y recojo la corona, haciendo un esfuerzo inmenso para no dejar que las lágrimas salgan de mis lagrimales, no miento cuando digo que me siento muy mal y adolorida. Camino con lentitud hacia el ventanal roto y me vuelvo a lanzar por él, escuchando a los demonios que me juraron lealtad gritar de alegría y cruzo las enormes puertas del castillo, mezclándome entre estos seres a los que les permito acercarse mucho más que hace un rato para intentar ocultarme de Astaroth.

Estoy segura de que cuando logre desatarse, va a matar a cuanto ser se le atraviese por yo haber huido de su castillo, electrocutarlo y atarlo. Y a mí, maldición, a mí va a hacerme lamentar haber nacido, no quiero imaginarme siquiera lo que es capaz de hacer este hijo de puta.

—Su majestad, disculpe el atrevimiento, ¿adónde va? —Pregunta con preocupación uno de los monstruos acercándose a mí, lo más probable es que escucharon los gritos de Astaroth y el estruendo ocasionado cuando mi cuerpo golpeó el trono.

—Salí a dar un paseo por los alrededores —respondo con una sonrisa amable.

Hago que el escudo se torne negro, desapareciendo de la vista de todos y comienzo a llorar muy fuerte sin poder aguantar un segundo más el dolor emocional y físico que estoy sintiendo, estoy cansada y quiero ir a casa, pero no sé cómo hacerlo.

Estoy atrapada aquí.

Camino tanto que pierdo la noción del tiempo y termino perdida en el infierno, cosa que no sé sí es más terrible que haber permanecido en el castillo siendo víctima de los ataques injustificados de Astaroth. Haría lo que fuese por volver a casa con mi madre y Arthur, pero no puedo arriesgarlos, el príncipe demoníaco del que soy esposa los haría papilla y eso no me lo perdonaría jamás, no soy tan egoísta para anteponer mi bienestar al de ellos.

Al menos yo puedo intentar defenderme, pero mi madre y Arthur no, no tienen oportunidad contra Astaroth.

Subo a una enorme roca en un acantilado y me acuesto sobre ella, ya es de noche y no tengo a dónde ir. Hoy ha sido un día extremadamente largo en el que me han pasado muchas cosas y joder, ya quiero darme de baja de la vida que me ha tocado.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora