Capítulo 29

100 15 1
                                    

HELL.

Ver entrar a todos con semblantes serios y amargos me da una clara idea de que lo que sea que haya ocurrido en mi apartamento no fue agradable para ninguno. Sobre todo, para el abuelo Theodore, que tiene pinta de querer echarse a llorar en cualquier instante.

Por otro lado, mamá luce aliviada y más unida que antes a Stephen y no me sorprende, Sheila me comentó que con el pasar de los días y cada encuentro que haya entre una pareja marcada que no vive junta, la complicidad y la unión aumentaba cada vez que estuvieran juntos, así como la tensión sexual que va muy de la mano con lo ya antes mencionado.

Apenas veo a Arthur, me acerco a él y lo abrazo, tomándolo por sorpresa y arruga el ceño al verme y me olfatea como si no me hubiera reconocido o percatado de mi presencia por mi olor o latidos desde que llegó a mi clan, tomándome de la mano y apartándome de todos los demás. Imagino que quiere privacidad.

Comienza a caminar rápido y yo me zafo de su agarre porque me cuesta seguirle el ritmo y prácticamente me llevaba a rastras por las calles del clan que conducen hacia el enorme lago que tenemos. Me gusta mucho estar aquí, pasé de nunca haberme puesto ropa y zapatos nuevos, a estrenar ropa casi a diario cuando el abuelo Theo y George se enteraron de esto, me han consentido mucho y hecho sentir en casa.

Todos lo han hecho y es algo que no esperé jamás de mi familia, son todo lo que la abuela no fue ni será jamás: cálidos y amorosos.

—Hell, no es por ser grosero, pero, ¿por qué no te siento como la última vez que estuvimos juntos? —Inquiere con preocupación, tomándome entre sus brazos y acercando su oído hacia mi corazón—. Ya no te sientes igual... pareciera que fueras completamente humana y eso me asusta, porque no puede haber lazos entre humanos y vampiros.

Bajo la cabeza sintiéndome muy triste y me separo de él para sentarme en la enorme roca bajo nuestros pies, si de alguna manera mediante magia negra fui convertida en humana, Arthur no estará destinado a nadie más y pasará la eternidad sin una pareja estable que pueda complementarlo y hacerlo sentir tan bien como él me hizo sentir a mí.

—Y tú ya no estarás destinado a nadie, porque de alguna manera nuestro vínculo fue roto y los dioses castigan tal acción maldiciéndonos —murmuro y oculto mi rostro entre mis piernas, abrazándolas y comenzando a llorar—. Tengo mucho miedo, Arthur. La última vez que tuve a medias mis poderes, fue la noche antes de que asesinaras a Leonard Youngblood y vi en mis sueños lo que ocurría si no te deshacías de él y también si lo hacías y no pude advertirte cuando desperté, en este lugar no hay señal telefónica y mucho menos internet. Pero cuando lo hice, ya no había super fuerza, visión, audición ni olfato desarrollado y tampoco deseos de consumir sangre, fue como si esa parte hubiera sido arrancada de raíz y quebrado cualquier vínculo existente entre tú y yo y el clan, quedarme aquí sería un error por mi naturaleza y la de ellos —trago con fuerza el nudo que tengo en la garganta y me obligo a bromear con él—. Nunca ha sido mi sueño ser el bocadillo de un vampiro.

Pero Arthur no ríe.

En este instante debe estar lamentándose de haberme ayudado y gastar tanto dinero en mí si al final ser mi pareja destinada le duró tres semanas y nuestra felicidad se vio mancillada casi desde el inicio por mi familia. Lamento tanto que todo terminase así, yo nunca pensé que lo nuestro fuese a terminar cuando apenas comenzaba.

—Prometo devolverte cada dólar que gastaste en mi madre y en mí, venderé el apartamento, los autos que no hemos utilizado y conseguiré otro trabajo para ganar un poco más de dinero —susurro, sabiendo perfectamente que él está escuchándome—. Y apenas pueda, desapareceré de tu vida, así no tendrás que verme y podrás superar rápido estos amargos recuerdos. Estaremos bien, lo prometo.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora