Capítulo 47

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HELL.

Hago pedazos la camisa y el pantalón de Arthur, dejándolo únicamente con su bóxer y medias puestas, quitándose él con una lentitud agonizante las prendas restantes mientras lo espero estando de rodillas.

Por la sonrisa perversa que tiene en su rostro, sé que está disfrutando muchísimo el tenerme en esta posición y yo también, porque no puedo dejar de sonreír por haberme salido con la mía sin mucho esfuerzo.

Arthur me mira con tanta intensidad, deseo y amor, haciéndome sentir la chica más preciosa y deseada del mundo y yo no puedo evitar verlo de la misma manera, así que, instintivamente y sin que me lo pida, llevo mi mano a su entrepierna y comienzo a acariciarlo de arriba abajo con una lentitud tortuosa que lo hace respirar con dificultad.

Sintiéndome poderosa por lo frágil y vulnerable que se ve Arthur en este momento entre mis manos, lo tomo en mi boca y comienzo a darle succiones torpes y lentas que lo hacen cerrar los ojos y echar la cabeza hacia atrás, para ser la primera vez que hago esto no creo estar haciéndolo tan mal.

Brindándome más confianza los suaves y bajos gemidos de placer que deja escapar de sus labios entreabiertos, para aumentar la velocidad en que mi mano se mueve sobre su grueso y largo miembro y las succiones de mi boca en su glande.

Excitándome más por ver sus gestos de placer, abro los ojos cuando toca de manera delicada mi mejilla y se aleja de mí, aparto la mirada con vergüenza, sintiendo mis mejillas enrojecer y miro mis manos sobre mis piernas aun estando de rodillas frente a Arthur.

—No tengas vergüenza, Infierno, porque me ha fascinado lo que me has hecho con tu boquita —susurra con un tono de voz ronco y bajo, endureciéndose aún más mis pezones y aprieto mis muslos de manera instintiva, cosas que lo pesan desapercibidas por la manera en que sonríe, me toma entre sus brazos y camina hacia la que supongo es la habitación sin dejar de recorrerme con su mirada cargada de lujuria—. No sé qué cosa buena hice en mi vida como para que los dioses hayan decidido unirnos, eres absolutamente perfecta y mía.

No me deja contestarle, porque acalla lo que sea que haya estado por decirle con su boca sobre la mía, besándome con la posesividad que lo ha caracterizado desde que lo hice poner celoso, espero que haya entendido que es una broma y que nunca dejaría que otro hombre que no sea él me toque.

—Haces muchas cosas buenas y que estas se hayan empañado por las cosas desafortunadas que has hecho no quiere decir que eres alguien malo, todos cometemos errores —murmuro cuando deja de besarme y me deposita en la cama—. Si los dioses decidieron unirnos fue porque estamos hechos el uno para el otro, encajamos a la perfección en la vida del otro y una prueba de ello es lo mucho que nos comprendemos, nos apoyamos y nunca dejamos de anhelar estar juntos una vez más. Encontrarte fue lo mejor que pudo haberme pasado en la vida y volver a ti la mejor de las recompensas, amor de mi vida.

Esta vez soy yo quién besa a Arthur con suavidad y con todo el amor que siento por él mientras siento sus manos recorrer mi cuerpo con mucha delicadeza, como si estuviese hecho del más fino y delicado cristal.

Arthur no contesta y tampoco creo que haga falta, la manera en que está recorriendo mi cuerpo y adorándolo dice más que mil palabras, adoro a este hombre con cada pedacito de mi alma y él a mí.

Suelto un gemido bajito cuando su lengua hace contacto con mi clítoris y me aferro a las sábanas con fuerza, escuchando como se rasga la tela, pero me importa poco y nada en este momento. Arthur me hace sentir miles cosas en este momento y juro que me lleva al mismísimo infierno haciéndole honor a mi nombre.

Arqueo mi espalda cuando introduce dos dedos en mi intimidad, sintiendo un poco de dolor por la invasión que me hace recordar que esta será mi primera experiencia sexual en este cuerpo con el amor de mi vida, aunque dura pocos segundos el dolor, dado que comienza a mover sus dedos con rapidez sin dejar de lamer y succionar mi clítoris, logrando que me moje mucho más de lo que ya estaba.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora