HELL.
Lucifer me dice cuál va a ser mi coartada para cuando mi abusador me interrogue y yo me encargo de memorizarla al pie de la letra y deshacerme del papel con las instrucciones y comenzar a caminar hacia el castillo, dado que no me dejó muy lejos de este y en el camino que tomé cuando huía del sitio.
Desde esta distancia puedo ver el imponente castillo y juro que siento nervios y miedo por la reacción de ese demonio al verme entrar como si días atrás no me hubiera golpeado y estado a instantes de asesinarme.
La legión de demonios me abre paso al verme con la corona en mano y se hincan ante mí, les sonrío y alzo la mano y les saludo. Joder, puedo entender la molestia de Astaroth, más no sus actos de violencia en mi contra.
Me apresuro en caminar hacia el castillo y las puertas delanteras del muro se abren para mí, apenas pongo un pie adentro, varios guardias reales se posan a mis costados y me escoltan hacia el castillo.
Deben haber recibido las órdenes de Astaroth de escoltarme y llevarme dentro del castillo a un lugar del que no pueda escapar. Me pongo bien la corona en la cabeza y tomo con fuerza la daga entre mis manos, mi único consuelo es que después de esto y mi coronación como miembro de la Trinidad Demoníaca podré regresar a casa.
—Princesa, la espera en el Salón del Trono, su esposo el Príncipe Astaroth —me informa el guardia real que va frente a mí liderándonos a todos—. La hemos buscado en todos lados y creíamos que estaba muerta, sobrevivió mucho tiempo sola estando fuera de la protección del castillo, ¿no cree?
No contesto, si no que imagino que le coloco alrededor de todo su cuello el tatuaje de un dragón chino en color negro, esa será la marca que me indicará de quién me tengo que deshacer porque es un fiel partidario de su señor.
—Y usted es muy atrevido como para atreverse a cuestionarme, ¿no cree? —Rebato con un tono de voz mordaz—. Una falta más y no quedará ni siquiera su ropa, un simple guardia como usted no debería tomarse tantas libertades y debe tener muy presente cuál es su lugar.
Aprieta sus labios con fuerza y no contesta más, la serpiente termina de grabarse en su cuello y él se toca el mismo con nerviosismo, dado que estoy haciendo que le arda dicha área.
Pasa las manos por un cuadro enorme y este empieza a brillar, revelando la entrada hacia el Salón del Trono, lugar donde me espera mi verdugo sentado con una expresión furiosa que se ablanda un poco al ver el estado mugriento y desvalido que tengo.
Entro a la estancia y se cierra de inmediato el portal, escuchando como se alejan con rapidez los guardias por los pasillos que recorrimos antes de llegar aquí.
—Estuve buscándote con mis hombres por todos lados, ¿dónde estabas, Hell? —Inquiere mirándome de arriba hacia abajo, observando más tiempo del que quisiera la piel de mi estómago amoratado y sucio—. Quiero la verdad.
—Estuve inconsciente todos estos días en la cueva que se encuentra a varios kilómetros de aquí en el Camino Real —contesto con sumisión—. Desperté cuando varios demonios entraron en la cueva y comenzaron a tocarme, como estaba hambrienta, mi instinto de supervivencia se activó y tomé cada gota de sangre existente en sus cuerpos, los cuatro están muertos.
La mirada de Astaroth se ensombrece con mis palabras y se pone de pie, me hace una seña con su mano derecha para que me acerque y yo lo hago con pasos dubitativos que lo hacen sonreír con satisfacción, creyéndose poderoso al verme algo temerosa.
—Eso te pasa por haberte ido, tú lugar es aquí conmigo —dice con posesividad—. Sin embargo, voy a tener que castigarte por haberme atado de manos y pies y darme descargas eléctricas durante más de seis horas, pero antes, iré a la cueva a comprobar por mí mismo tus palabras.
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Secretos Oscuros © [LIBRO I]
FantasíaLibro 1 de la bilogía Oscuros. Enigmático, cautivador, inteligente y sexy. Sí, así es mi jefe Arthur Youngblood, el CEO de Bloodflowers. Cuando sonríe pone mi mundo de cabezas y en el momento en que me observa, lo hace como si me quisiera comer y di...