Capítulo 37

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ARTHUR.

Ya casi es navidad y la opresión en mi pecho junto a los sentimientos de pérdida y vacío aumentan cada día más sin Hell a mi lado, encontré al amor de mi vida y luego este me fue arrebatado en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando la conocí, en lo único que pensaba era en pasar navidad y año nuevo a su lado, en no pasar estas fechas solo como venía siendo una costumbre desde fui excluido por mi familia de las celebraciones navideñas y de cualquier tipo dentro del clan.

Por primera vez en toda mi existencia me sentí amado, comprendido y no juzgado en ningún momento pese a haberle contado mi pasado y lo que hice para ser repudiado tanto por su clan como por mi antiguo clan. Ella solo me abrazó y se quedó a mi lado mientras lloraba, nunca la había querido tanto como en ese instante.

Relleno la copa de cristal con más vino tinto y observo al amor de mi vida durmiendo en su ataúd de cristal, luciendo tan inalcanzable como una estrella en el firmamento y cierro los ojos al sentir como se me llenan de lágrimas y unas cuantas se deslizan por mis mejillas sin mi autorización.

La extraño tanto y lo único que deseo es tenerla entre mis brazos y decirle que todo estará bien, que nosotros estamos bien y que buscaremos ayuda profesional para que sanen nuestras heridas emocionales. Deseo que estemos tan bien como nunca lo hemos estado antes para que podamos tener una relación sana y estable.

Además, yo nunca la juzgaría por lo que sea que haya tenido que hacer para sobrevivir en manos de ese maldito demonio que se llevó a mi chica o por lo que sea que él le haya hecho sin su consentimiento. Shayden es el ser más puro que he conocido en toda mi existencia y joder, daría lo que sea con tal de tenerla entre mis brazos una vez más.

Dejo la copa junto a la botella de vino y me acerco al ataúd y lo abro, acaricio sus mejillas y deposito un casto beso en su frente y sin poder evitarlo comienzo a llorar con fuerza sintiendo que estoy rompiéndome a pedazos y abrazo con cuidado su cuerpo.

—Te echo mucho de menos, amor de mi vida —murmuro en su oído—. Por favor, regresa ya y no vuelvas a irte si no vas a llevarme contigo, duele demasiado tu ausencia y cada día que pasa es una maldita tortura si tú no estás a mi lado. Te amo demasiado, tanto que duele respirar sin ti y estar viviendo una vida sin que tú estés a mi lado... daría todo lo que tengo si con eso pudiera hacerte regresar, nada tiene sentido si tú no estás.

Deposito un último beso en su frente y me alejo de ella para volver a cerrar el ataúd como si nunca lo hubiera abierto y me tomo lo que queda en la copa de un solo trago y me acuesto en el sofá frente a mi chica, hoy me voy a quedar con ella aquí y mañana regreso con mi familia.

—Por favor, por favor, despierta ya amor —le pido desde el sofá, aunque sé que no me puede escuchar—. No hay día en el que no te extrañe ni me hagas falta.

Cierro los ojos y me concentro en la lenta respiración y palpitar del corazón de mi chica, mientras imagino todo lo que pudimos haber sido en estos meses si su abuela no la hubiera dado en matrimonio a ese demonio, mi único consuelo fue saber que Lena James sufrió muchísimo hasta en sus últimos segundos de vida.

Porque ella y Edward están muertos.

Fallecieron en manos de George y Theodore Ainsworth y aunque me hubiera encantado infringirle daño a esa señora porque por su culpa el amor de mi vida ya no está aquí, decidí no ser partícipe de más actos de violencia.

Me propuse ser un mejor hombre para mi chica y estoy esforzándome mucho por serlo.

—Arthur, ¿puedo pasar? —Inquiere Theodore al otro lado de la puerta y me siento de inmediato en el sofá.

—Sí, señor Theodore, puede pasar —contesto y segundos después la puerta se abre—. ¿Qué sucede?

—He tenido noticias de Hell y me gustaría compartirla con toda la familia junta y tú eres un miembro más de nosotros, así que acompáñame muchacho —responde con una sonrisa en los labios—. Son buenas y malas a la vez.

Me pongo de pie al instante y le dedico una última mirada a mi chica antes de comenzar a seguir a Theodore fuera de la habitación y cerrar la puerta tras nosotros, con la curiosidad comiéndome vivo. Muero por saber algo de ella, lo que sea, no me importa si son malas noticias porque al menos significa que está viva y sigue luchando.

—¿Cómo pudo tener noticias de ella? —Pregunto mirándolo de reojo, Theodore siempre me ha parecido un vampiro sumamente misterioso que guarda muchos secretos—. ¿Y qué tan malo es?

Se toma su tiempo para contestar, pero lo veo de reojo lucir un semblante serio y pensativo, aumentando más mi curiosidad y ansias por saber lo que averiguó sobre mi chica.

—Tengo más de mil años, niño y conozco a muchos seres mágicos que me deben muchos favores y ya sabes, en nuestro mundo los favores se pagan tarde o temprano —dice y me toma por el antebrazo y nos detenemos en medio del vacío recibidor de la mansión, mirándonos a los con ojos, él con más seriedad de la que alguna vez llegué a ver en su rostro—. Es muy probable que mi nieta no sea la misma cuando despierte, su secuestrador la rompió, Arthur.

Siento como si hubiera sido golpeado muy fuerte en el estómago con una piedra enorme y asiento con lentitud, sintiéndome incapaz de responderle, porque ahora más que nunca debo trabajar en mi fortaleza para ser fuerte por ambos y darle consuelo a mi chica.

Estoy seguro de que ese tipo la violó, siento la furia poseerme en cuestión de segundos y respiro profundo para calmar el huracán de emociones que tengo en el pecho para no hacer una estupidez, no quiero arruinar la buena relación que he construido con los Ainsworth en los meses que tenemos conociéndonos.

—¿Ella está a salvo al menos en este momento? —Pregunto con un hilito de voz.

—Sí, lo está momentáneamente mientras se recupera, porque tendrá que volver con su esposo —me siento como si hubiera sido pateado por Theodore y los ojos se me llenan de lágrimas no derramadas, mientras el abuelo de mi chica me mira con pena—. Ella huyó de él y le doy las gracias a los dioses de que mi nieta sea inteligente, porque de lo contrario estaría muerta de haberse quedado con ese desgraciado.

No respondo y Theodore no añade algo más, reanudando ambos nuestros pasos para ir al salón de reuniones del clan. Que me confirmara que mi chica se casó con otro y que casi muere en sus manos me ha dejado tan aturdido que si camino al lado de este señor es por mera inercia.

Theodore me indica con la barbilla que tome asiento en el lugar reservado para mí apenas entramos a la estancia y él camina hacia el podio ubicado en el centro mientras todos los vampiros del clan lo observan expectantes.

—Hell sigue con vida y fue secuestrada por Astaroth, uno de los tres príncipes del infierno y este la ha golpeado, violado y convertido en su esposa —dice con un tono de voz firme y escucho jadeos horrorizados y siento al instante cientos de miradas sobre mí—. Hace aproximadamente quince días fue su boda y también casi su muerte, después de haber conseguido que una legión de demonios le jurase lealtad e hicieran un pacto de sangre con ella, su esposo la golpeó brutalmente y Hell con las pocas que le quedaban, inmovilizó al príncipe y huyó.

Siento mi corazón hacerse pedazos por todo lo que ha estado sufriendo mi chica y la vampiresa que logro reconocer como Sheila, me abraza muy fuerte, más yo no aparto la mirada de Theodore, ignorando el consuelo que esta intenta darme.

—Está actualmente bajo la protección de Lucifer y su pareja, un amigo hechicero —se escuchan jadeos sorprendidos, pero yo sigo en estado de shock por todo lo que ha dicho—. Se alió con este ser para asesinar a Astaroth y ella poder volver a nosotros, dicho pacto será sellado con sangre apenas Hell termine de recuperarse de las heridas internas que recibió de su secuestrador. Dado que al momento en que sea sellado, tendrá que volver con él y asesinarlo.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora