Capítulo 42

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HELL.

Lucifer me observa con una enorme sonrisa en el rostro cuando entra a la estancia de reuniones e inclina de manera leve la cabeza en mi dirección.

Recibiendo al instante miradas asesinas de parte de muchos Duques y Belcebú observa con gracia todo, en caso de que no haya sido aliado del príncipe con el que hice el pacto, debe estar sorprendido porque no se cumplieron sus palabras y no fallecí en manos de mi difunto y maldito esposo.

La cabeza de Astaroth reposa en una esfera de cristal en el centro de la estancia mientras muchos de los presentes observan con incredulidad el regalo que les traje y a mí, incapaces de creer que la pobre y asustadiza niña que estaba echa un asco en su boda pudo hacer eso.

—Estamos reunidos aquí para nombrar a quién ostentará el título de príncipe o princesa del infierno y presentar nuestros respetos hacia el difunto Príncipe Astaroth y su esposa, Hell Ainsworth —Inicia el presentador y de inmediato veo el descontento en los presentes, más Lucifer le dirige una dura mirada para que no se retracte de sus palabras—. Los Príncipes Belcebú y Lucifer les extienden la más cálida bienvenida pese a la circunstancia por la que se ha convocado esta reunión de emergencia.

El silencio que le precede a sus palabras es tan tenso que me estoy replanteando grandemente el haberme presentado aquí ante todos ellos después de lo que hice.

Así que hago resonar en la estancia un poco de música clásica muy suave para que se relajen. Muchos aquí saben que soy una Strigoi, mientras que otros lo desconocen por completo.

Así que puedo escuchar claramente como algunos Duques están burlándose de mí y de lo ingenua que debo ser para pensar que voy a ocupar el lugar de Astaroth en la Trinidad, mientras discuten entre ellos quién será el elegido.

Entre tantos rostros hostiles y burlones, veo a Isaac, el hechicero que me brindó su ayuda y cuidados cuando estuve bajo su protección y la de su esposo, sonreírme con genuidad, gesto que le agradezco con un asentimiento de cabeza dada las circunstancias.

Gracias a él es que pude ser libre de Astaroth y tengo la certeza de que mañana a primera hora, sea cuál sea la decisión que se tome, voy a volver a casa con mi familia.

—Dejémonos de hipocresías, Duques y demás presentes, aquí todos ustedes querían deshacerse de Astaroth y conspiraban a sus espaldas buscando la manera de asesinarlo —dice Belcebú subiéndose al estrado y las voces cesan de inmediato, siento que él es el más sincero aquí—. Así que, por favor, dejen de hablar tonterías de Hell Ainsworth, la nueva Princesa y miembro de la Trinidad Demoníaca, quién fue la única en tener el poder de hacer lo que ustedes conspiraron durante milenios.

No bajo la mirada y aguanto con la cabeza en alto las miradas de los más de cien asistentes durante más de quince minutos, si este es el costo de ser libre, lo pagaré con mucha honra.

—Arrodíllense y juren lealtad a su nueva Princesa, tal y como los miembros de la guardia real y la legión de demonios a las afueras de la fortaleza hicieron —continúa y veo hacerse más grande la sonrisa de Isaac en su rostro, él y yo somos los más felices con el fallecimiento de mi queridísimo abusador—. Hagan un pacto de sangre con la Strigoi más poderosa que jamás ha pisado la Tierra y el Infierno, la única en ser capaz de atrapar a Astaroth y devorar su alma, Hell Ainsworth.

Los aplausos y gritos son tan fuertes que me llega a los oídos el eco de estos en las mazmorras del castillo y arrugo un poco el ceño con incomodidad, siento que lo están haciendo a propósito para aturdirme.

Entre las esponjosas telas del vestido negro, chasqueo los dedos y bajo mucho la intensidad del ruido para mis oídos.

—Milenios de abundancia y prosperidad se acercan para todos los habitantes del infierno, acabarán las hambrunas y la pobreza para todos por igual con la ayuda de su nueva soberana —añade Lucifer parándose al lado de Belcebú y de mí, aumentando más la repentina emoción de los invitados—. ¡Larga vida a la Princesa! ¡Hagamos este mediodía un pacto de sangre jurándole lealtad y si incumplimos nuestra promesa, nuestras almas pasarán a ser propiedad de ella para devorarnos!

Se instala un silencio ensordecedor que hace sonreír a los dos príncipes, quedándome totalmente confirmado que ellos fueron aliados desde un principio para deshacerse de Astaroth utilizándome a mí o a cualquier otra mujer que fuera su esposa y que hacer tal propuesta fue para comprobar si intentarían traicionarme más adelante.

—No los vemos jurándole lealtad a la Princesa, ¿acaso planeaban traicionarla? —Pregunta Lucifer con un tono de voz tan siniestro y poderoso que hace temblar por completo el castillo desde sus cimientos y a mí estremecerme del miedo de manera interna.

Veo el pánico surcar las facciones de todos y pese a estar muriéndome del miedo yo también, me siento satisfecha y es que no me sorprende que deseen traicionarme, después de todo, son demonios que traicionaron a su Creador alguna vez.

—Planeamos deshacernos de ella por temor a que vaya a ser igual o más cruel que Astaroth, se volvió más poderosa que todos nosotros y eso nos asusta —contesta con valentía un Duque—. ¿Qué nos asegura que ella no va a volverse un monstruo como él?

—Que no es de mi interés hacer sufrir a nadie —respondo, haciendo que jadeen con sorpresa—. Si fuera siquiera una cuarta parte de mala al igual que Astaroth, habría utilizado a mi legión de demonios como carne de cañón las veces que mi difunto esposo me golpeó hasta casi fallecer. Mi prioridad siempre ha sido el bienestar de mis súbditos, no continuar con el legado de terror sobre mis tierras.

Es válido que crean que soy un monstruo, después de todo, Astaroth fue todo, menos un buen gobernante. Violó y asesinó a miles de mujeres y niños demonios, causó hambrunas y desolación pese a haber sido un demonio capaz de generar muchísimas riquezas y prosperidad solo con el fin de divertirse viendo desde la comodidad de su castillo a sus súbditos matarse por un poco de comida.

De todo esto y más me enteré en el Salón del Trono hace un par de horas, toda la guardia real, servidumbre del castillo y legión se mostraron muy agradecidos por haber asesinado a su cruel señor y yo no pude haberme sentido mejor y menos culpable.

Se levantan murmullos en toda la sala de reuniones y miro brevemente a Belcebú y a Lucifer, supongo que esto no está saliendo tan bien como planearon o pensaron que saldría.

—La princesa Hell tiene y cuenta con mi protección, a cualquiera que intente hacer algo contra ella o su familia, va a vérselas conmigo —el terror vuelve a tomar posesión de los rostros de todos y comienzan a arrodillarse lentamente y rasgar la piel de sus manos, cosa que me revuelve el estómago.

La sangre demoníaca me parece tan repugnante.

—Juramos serles fieles y útiles a la princesa Hell Ainsworth, no levantar la mano en su contra y en caso de hacerlo, nuestras almas pasarán a ser propiedad de ella —murmuran todos al unísono después de arrodillarse, bajo los peldaños del estrado hacia los demás y por tercera o cuarta vez en el día, abro la piel de la palma de mi mano y mezclo con ellos mi sangre en el suelo, sintiendo en mi piel el escozor del nuevo pacto sellándose.

Belcebú y Lucifer comienzan a aplaudir con las energías renovadas y yo vuelvo a mi lugar junto a ellos, chasqueando los dedos para desaparecer el repugnante olor de la sangre demoníaca.

Ya no quiero hacer más pactos, solo regresar a mi hogar y estar muy lejos de aquí y olvidarme de este lugar el tiempo que sea necesario.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora