Capítulo 14

144 17 4
                                    

STEPHEN.

Dejo de respirar cuando escucho el atrayente y cautivador latido del corazón de la progenitora de mi cuñada y me ordeno comportarme como un vampiro normal al ver la mirada que me echa mi hermano por mi reacción.

El corazón me late demasiado deprisa y lo único que deseo ya es llegar al apartamento y comprobar por mí mismo si es el latido y flujo sanguíneo de la suegra de mi hermano que me tiene tan mal.

—¿Todo bien, hermano? —Inquiere Arthur con preocupación, muy pero muy bajito para que su chica y suegra no nos escuchen—. Luces como un animal asustado, Stephen.

Me obligo a tragar el enorme nudo que tengo en la garganta y asiento con lentitud, viendo la mirada de sospecha que me da mi hermano, más no me obliga a hablar, sabe que se lo confesaré cuando me sienta cómodo y preparado para hacerlo.

—Todo está bien, terminemos de llegar al apartamento de tu chica porque ella ya nos está esperando detrás de la puerta —susurro y cierro los ojos, concentrándome en los acelerados latidos de aquella vampira que me tiene tan nervioso sin conocerla—. Pórtate bien, que yo me quedaré con tu suegra a hacerle compañía para que ustedes estén tranquilos.

Arthur asiente y no añade algo más, para distraerme, me concentro en los latidos de mi hermanito menor y en el de mi cuñada, ambos están tan acelerados como el mío y el de su progenitora dentro de la sala de estar. Ya no tengo dudas, encontré a mi Alma y le ruego a los dioses poder estar a la altura de la situación para así no hacerle una idiotez a mi pareja destinada.

A mi alma gemela.

Sin importarme en absoluto qué tan raro sea, apenas Hell abre la puerta y nos invita a entrar, yo camino directo hacia la preciosa semi humana vampira que se encuentra de pie frente al sofá con el corazón y respiración tan acelerada como yo.

El mundo deja de existir a nuestro alrededor, juro que así lo siento porque dejo de escuchar algo más que no sea a mi mujer, a mi nueva razón de ser y existir en este mundo. Tomo su mano derecha, sintiendo como millares de hilos invisibles comienzan a envolvernos a ambos, depositando un beso en el dorso de la misma con galantería.

—Es un placer conocerte al fin, Britney Ainsworth —susurro con un tono de voz bajo y ronco, notando como su piel se eriza al instante y deja de respirar—. Esperé durante mucho tiempo poder estar frente a frente con mi pareja destinada.

—Digo lo mismo, es un placer conocerte Stephen Youngblood —responde y suelto un jadeo ronco, yo no soy un caballero como mi hermano menor, así que sin importarme que tengamos público, acerco a Britney a mi cuerpo tomándola por el cuello y poseyendo su boca con un beso hambriento y lleno de pasión, gimiendo ambos por la intensidad del mismo.

Por breves segundos escucho a mi hermano y mi cuñada alejarse por el pasillo y adentrarse al ascensor, sintiéndome completamente tranquilo de que no serán testigos de la primitiva necesidad de marcarnos, de terminar de afianzar el vínculo y volvernos uno.

Empezamos a quitarnos la ropa mutuamente y ella me lleva por el pasillo de habitaciones a la suya, ella desea esto tanto como yo ¿y quién soy para negárselo? Britney obtendrá todo de mí sin reservas, nada me importa más que ella y si está de acuerdo, iremos mañana mismo a los dominios de su clan para reclamarla a su patriarca como mía, como mi pareja.

Gruño con satisfacción cuando muerde mis labios y segundos después me lanza a la cama, subiendo ella casi al instante y colocándose encima de mí, viéndose como una completa diosa, mi diosa.

La mujer a la que le seré devoto por toda la eternidad.

—Soy todo tuyo, mujer, haz conmigo lo que quieras —digo con la voz mucho más ronca que antes que casi no me reconozco, me siento tan ansioso por completar el vínculo y terminar de volverla una vampiresa—. ¿Quieres que te marque ya o esperamos al momento en que esté haciéndote mía?

Britney acaricia mis pectorales con sus uñas, enviando escalofríos a mi cuerpo mientras da una sonrisa cargada de sensualidad y dulzura, esta mujer va a acabar conmigo, será mi perdición y estoy tan encantado con la idea y apenas tengo minutos de conocerla, no quiero siquiera imaginar cuando tengamos más tiempo juntos.

—O en el que yo esté haciéndote mío, Stephen, no olvides quién está arriba y tiene el control —contesta con suficiencia, mirándome como si me quisiera comer, haciéndome temblar debajo suyo y sintiéndome por primera vez en mi vida nervioso—. Puedes marcarme en el momento que lo desees, no tengo prisas.

Hago movimientos sugerentes con mi cadera, haciéndola gemir aún sin estar dentro de ella, sintiéndome sumamente poderoso. Recorro su cuerpo con mis manos, disfrutando un montón de sus reacciones y todo lo que le hago sentir.

Mis días de promiscuidad acabaron desde que escuché su corazón latir al salir del ascensor, soy tan suyo como lo es ella mía y no voy a fallarle, nunca lo haré. Le brindaré el amor y protección más puros que pueda darle, incluso me esforzaré demasiado para cambiar las aptitudes y hábitos que tenga que puedan hacerle daño.

No quiero que sufra, deseo que todos sus días estén llenos de felicidad y tranquilidad, así tenga que deshacerme de la humana que le dio la vida. Arthur me contó un poco sobre ese despreciable ser que tanto mal le hizo a mi chica, mi hermano sabe más de esa familia de lo que Hell cree porque él los investigó.

Este edificio es el más seguro que encontramos para ellas por eso mismo y sabiendo que ahora Britney es mía, reforzaré la seguridad con los convertidos del clan que nos sirven. No me permitiré que nada le pase, no me lo perdonaría jamás.

—¿Y si comenzamos con unos besos, primero? —Pregunto—. Quiero alargar tanto este instante que lo sintamos eterno, señorita Ainsworth.

—Me parece un plan perfecto, cualquier plan que lo incluya a usted lo es —murmura mirándome a los ojos con intensidad, verde contra azul, nuestros hijos serán tan perfectos si se parecen a su madre—. Realmente esperé conocer a mi alma alguna vez y estoy tan feliz de que me haya encontrado, señor Youngblood, no sabe lo afortunada que me siento.

Secretos Oscuros © [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora