Capítulo V

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Nuestros labios encajaban de una manera perfecta,como si de un puzzle con todas sus piezas se tratase.

La mano del canario se posó a un lado de mi cintura, apoyándose en la pared.

A cada segundo que pasaba,el beso se hacía más intenso y descontrolado. Lo que ya había empezado como algo salvaje se estaba convirtiendo en un auténtico descontrol.

-Antonella- dijo separando sus labios pero no su rostro del mío- esto significa que me darás esa oportunidad?

-Lo haré- asentí.

Sus pupilas estaban realmente dilatadas aunque las mías debían de estar igual o, incluso,peor.

Rápidamente se separó de mí y puso el pestillo en la puerta. Una vez más,volvió a besarme tan salvajemente como hace apenas unos segundos estabamos haciendo.

Sobraba la ropa.
Comencé a quitarle la camiseta con mis propias manos y,cuando por fin lo conseguí, acaricié su marcado abdomen de arriba abajo.

-Me encantas- susurró bajando sus besos hasta mi cuello,donde succionó y mordió poniéndome a mil.

Mis manos viajaban por su pecho dejando caricias sobre él mientras que,las del canario,buscaban los tirantes de mi vestido con intención de quitármelo.

Cuando lo consiguió, comenzó a besar mi clavícula y siguió su camino hasta mi escote.
Mis manos pasaron a estar en su espalda donde apreté con las uñas clavándolas en ella.

El canario cargó con mi peso y me llevó hasta la cama que había a apenas unos centímetros de nosotros. Me tumbó boca arriba en ella y se puso encima de mí mientras me besaba.

Su mano derecha bajaba y recorría todo mi cuerpo,como si lo estuviese apreciando desde esa perspectiva.
Me mordí el labio de placer y dejé que el canario hiciese lo que quisiera.

De un momento a otro, sentí como su mano dejó de acariciarme y como su peso se quitaba de encima de mí.

Abro los ojos al instante y veo como Pedri se pone la camiseta de nuevo.

-Qué crees que haces?- le pregunto incorporándome algo confundida.

Me refiero. Hace nada me estabas comiendo hasta el alma y ahora te estás vistiendo de nuevo?

-Antonella, estás borracha. No pienso hacer nada contigo en este estado.

Sus palabras me sorprendieron.

-En serio me vas a dejar así?- me quejé.

-Si. Si hago eso contigo quiero que sea bien. Con lo borracha que estás ahora mismo temo que te arripentas y quiero que hagamos esto cuando de verdad estés segura- dice cogiendo sus cosas.

Una pequeña sonrisa aparece en mi rostro tras escucharlo.
Pedri era realmente tierno.

-Espera- me levanto de la cama- aunque no hagamos nada... Quédate,quédate a dormir conmigo. Por favor- le pedí amablemente.

El chico sonrió y asintió, aceptando mi propuesta.
Cogí su mano y lo guíe de nuevo hasta la cama. Me metí por el lado derecho de esta,Pedri en cambio ocupó el lado izquierdo y nos tapó a ambos con las sábanas.

-Buenas noches Anto- dijo dándome un pequeño beso en la cabeza.

-Buenas noches Pedri- sonreí y acomodé la almohada antes de cerrar los ojos y caer en un profundo sueño.

Ojos Esmeralda•Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora