Capítulo VI

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-Pedri! Basta!- digo corriendo por toda la casa.

-Te dije que me devolvieses mi pancake Antonella! Vuelve aquí!- dice a paso acelerado detrás de mí.

Río a carcajadas y corro tan rápido como me lo permiten mis piernas.
El problema era que Pedri era mucho más rápido y apenas tardó un par de segundos en alcanzarme.

-Ven aquí ladrona!- dice cogiendome de las caderas y arrastrándome al sofá.

Una vez allí, comenzó a hacerme cosquillas haciendo que me riese como una loca.

-Para,para!- dije entre risas- no vas a recuperar tu pancake canario. Ya está en mi estómago!

Escucho como el chico se ríe y aparta sus manos,dejándome recuperar el aire.

-Que sepas que me debes un desayuno- dice apuntándome con sus dedo índice de manera amenazadora.

-Qué exagerado- ruedo los ojos y me levanto del sofá.

Iba a caminar a la cocina cuando el canario me agarró de la mano y tiró de ella con cuidado hasta dejarme encima de su regazo.

-No te he escuchado decir: "claro Pedri,te llevaré a desayunar al mejor sitio de Barcelona"- dice poniendo una voz chillona.

-Yo no hablo así!- río ligeramente.

-No,tienes razón. Tu voz es mucho más bonita- responde con una sonrisa que me deja totalmente embobada.

Me quedo unos segundos ahí,encima suya, observándolo mientras sonríe.
Lo cierto es que Pedri tenía una sonrisa preciosa y podría quedarme todo el día viéndola.

-Te cocinaré yo- dije dispuesta a levantarme.

Unas firmes manos volvieron a agarrarme como antes,para volver a la postura en la que estábamos.

-Me gusta cómo estás ahora. No hace falta que te muevas- dice bajando su mirada a mis labios.

Sonrío y me paso la lengua por los labios.

-Creía que querías desayunar- alzo una ceja divertida.

-Y eso quiero...- acerca su rostro más al mío,dejándonos a escasos centímetros el uno del otro.

Tragué duro algo nerviosa por la poca distancia que había entre nosotros.

-La verdad es que ahora me ha entrado hambre...- digo mordiéndome el labio inferior.

-Comida canaria a domicilio- dice el chico provocando mi risa.

Nuestros labios rozaban,se tocaban sin llegar a juntarse del todo.
La tensión era cada vez mayor y justo cuando iba a besarlo alguien llamó a la puerta irrumpiendo en el momento.

-No pienso abrir- dice sin apartar su mirada de mí.

-Vamos Pedri, seguramente sea algo importante- respondo levantándome de su regazo mientras río.

-Voy a matar a quien haya interrumpido este maravilloso momento- dice levantándose de mala gana del sofá para dirigirse a la puerta y abrirla.

Me quedo viendolo mientras abre la puerta y,cuando lo hace,pongo una mueca al ver quién entra por la ella.

-Pedri,me muero de hambre!- se queja Gavi entrando apresurado.

El sevillano camina hasta la cocina con agilidad y se da cuenta de mi presencia echándome un rápido pero detallado vistazo, mirándome de pies a cabeza.

Ojos Esmeralda•Pedri González Donde viven las historias. Descúbrelo ahora